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martes, 31 de marzo de 2015

Los derechos de las personas mayores en España

 Los derechos de las personas mayores en España son de vital importancia para garantizar su bienestar y calidad de vida. Desde el acceso a la protección social y el derecho a la salud, hasta la participación activa en la sociedad y la atención en situaciones de dependencia, existen normativas y políticas que buscan su protección integral.

La vivienda digna, la igualdad de oportunidades y el respeto a su autonomía son pilares fundamentales en la defensa de los derechos de nuestros mayores en España. En este artículo, exploraremos los diversos aspectos que involucran los derechos de las personas mayores en nuestro país.

 


 https://pimosa.gal/los-derechos-de-las-personas-mayores-en-espana/


Artículo 25 - Derechos de las personas mayores

La Unión reconoce y respeta el derecho de las personas mayores a llevar una vida digna e independiente y a participar en la vida social y cultural.

  • Este artículo se inspira en el artículo 23 de la Carta Social Europea revisada y en los puntos 24 y 25 de la Carta Comunitaria de los Derechos Sociales Fundamentales de los Trabajadores. La participación en la vida social y cultural incluye por supuesto la participación en la vida política.

    Source:
    Diario Oficial de la Unión Europea C 303/17 - 14.12.2007
    Preamble - Explanations relating to the Charter of Fundamental Rights:
    Las presentes explicaciones fueron elaboradas inicialmente bajo la responsabilidad del Praesidium de la Convención que redactó la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea. Han sido actualizadas bajo la responsabilidad del Praesidium de la Convención Europea, a la vista de las adaptaciones de la redacción del texto de la Carta realizadas por la Convención (en particular, los artículos 51 y 52) y de la evolución del Derecho de la Unión. Si bien no tienen por sí mismas valor jurídico, constituyen un valioso instrumento de interpretación con objeto de aclarar las disposiciones de la Carta.

lunes, 30 de marzo de 2015

Los mayores tienen derecho a una vida con calidad

 Los mayores tienen derecho a una vida con calidad, digna, libre de violencia y discriminación, incluyendo derecho a la salud, alimentación y educación. También tienen derecho a un trato digno, a la privacidad, a la intimidad, y a la libertad de elegir dónde vivir.
Derechos de los mayores en detalle:

    Derecho a la vida y a la integridad: Tienen derecho a una vida con calidad, sin violencia ni discriminación, incluyendo el derecho a la salud y a un trato digno.

Derecho a la dignidad: A un trato respetuoso, evitando expresiones como "abuelito" o "abuelita" y llamándolos por su nombre.
Derecho a la libertad: A la libertad de elegir dónde vivir, manteniendo su propia imagen y estilo de vida.
Derecho a la privacidad y la intimidad: Respeto a su espacio personal y a su vida privada.
Derecho a la salud: Acceso a servicios de salud y atención médica adecuada.
Derecho a la alimentación: Acceso a una alimentación adecuada y segura.
Derecho a la educación: Oportunidades para seguir aprendiendo y desarrollarse intelectualmente.
Derecho a la participación social y comunitaria: Involucrarse en la vida social y familiar, manteniendo su autonomía y participación.
Derecho a un trabajo digno y bien remunerado: 

Si siguen trabajando, tienen derecho a un empleo justo y bien remunerado.
Derecho a la protección social: Acceso a programas y servicios sociales que los ayuden a vivir con dignidad.
Derecho a la atención socio-sanitaria: 

A recibir atención integral que aborde tanto sus necesidades de salud como sociales.
Derecho a la vivienda digna: A tener un hogar seguro, adecuado y con las condiciones necesarias para su bienestar.
Derecho a la autonomía y autodeterminación: A tomar sus propias decisiones, siempre que estén en condiciones de hacerlo.
Derecho a la muerte digna: A elegir cómo quieren ser atendidos al final de su vida, según sus preferencias y deseos.
Derecho a la justicia: A recibir un trato justo y equitativo en cualquier procedimiento judicial.

Es importante recordar que los mayores tienen derecho a que sus derechos sean respetados y protegidos, y que se les brinde el apoyo necesario para que puedan vivir una vida plena y digna.

Vista creada con IA

 

sábado, 28 de marzo de 2015

Reflexiones de un anciano

 REFLEXIONES DE UN ANCIANO

Llegar hasta ser anciano

Es tener un don de Dios

Porque no todos los seres

Gozan de esta bendición.

No sientas nunca tristeza

Porque ya eres anciano

Por el contrario, disfruta

La experiencia de tus años.

Cuantas cosas has vivido

En tu largo caminar

Algunas fueron alegres

Otras te hicieron llorar.

Lo buen tenlo presente

Lo malo hay que olvidar

A Dios debemos dar gracias

Por todo lo que hemos sido.

Por el hogar que formamos

Por nuestros seres queridos

Por los triunfos y fracasos

Que en la vida compartimos.

Recordemos que en la vida

Tuvimos cosas hermosas

La ternura de un cariño

La fragancia de una rosa

La sonrisa de aquel nieto

Que en nuestro brazo reposa.

Y ahora que el atardecer

De la vida ha llegado

Nos vamos sintiendo débiles

Tal vez un poco cansados

Porque los años vividos

Su huella nos ha dejado.

Ha sido largo camino

Y en el andar al cruzarlo

Se blanquearon mis cabellos

Mi cuerpo siento cansado

Pero vivo agradecido

Por todo lo que Dios me ha dado.

Enviado por DEPARTAMENTO DE ANCIANO IBBM el 16/10/2011

Fuente: http://matusalenibbm.bligoo.cl/reflexiones-de-un-anaciano

viernes, 27 de marzo de 2015

Cuando la sociedad tira los ancianos a la basura….

 El título puede parecer cruzo y violento, ¿pero alguien conoce otra forma de describirlo?…

Realmente, lo que me motivo a hacer este post es ver diariamente la impresionante cantidad de viejitos que son abandonados por sus familias; y por abandono no me refiero únicamente a lo materialista, sino también a ese otro tipo de abandono, muchas veces más profundo, que es él…

ABANDONO SOCIAL

Muchas personas -hoy padres que antes fueron hijos- sienten hacia sus progenitores una obligación económica más que moral.

El abandono es frecuente. Muchas veces vemos a los pobres viejos, tirados, sentados afuera de algún asilo o en la entrada de su propia casa, con la mirada perdida en el vacío, esperando que alguien pase para poder, por lo menos, intercambiar algunas palabras ese día.

Recordemos, que ellos fueron perdiendo de a poco a todos sus seres queridos y que lo único que les queda somos nosotros, sus hijos y nietos…. Ya perdieron a sus padres, posiblemente a sus hermanos, varios amigos ya fallecieron, aquella persona con la cual compartieron toda su vida ya no está… la soledad que sienten es infinita y la depresión es profunda en los ancianos, por lo que poco a poco van muriendo física y socialmente…

Por ello, muchas veces….

El abandono es total

No quiero decir que esto es una práctica habitual, porque gracias a Dios no lo es, pero lamentablemente cada vez es más frecuente. Por eso notamos a menudo…

** La cada vez más arraigada costumbre en los jóvenes de que lo viejo es inútil, falto de práctica, que no sirve.

(Antes, en las civilizaciones antiguas, la vejez era considerada una virtud, pues convertía a su portador en un libro de conocimientos que era necesario a menudo consultar).

*La actitud hacia otras cosas menos importantes que nos hace desviar nuestra atención.

(Hoy, cada vez más, hay otras cosas, que siempre hacemos y que consideramos más importantes: salir con amigos, ver la tele, Internet, juegos, etc. todo esto nos está llevando a un nivel absoluto de aislación y que hace que los únicos beneficiarios de estos sean los creadores y fabricantes de «tecnologías de enlace» ¡Para que a ir a visitar a un amigo, si escribiendo algo en Facebook ya está!)

*La ausencia de una conciencia del Estado de la…

Necesidad de garantizar a los ancianos una vejez digna.

La sociedad toda debe exigir y a su vez ayudar a garantizar….

…. ¡Que por lo menos puedan comer!!!!!…….

…. Que no deban trabajar, haciendo un gran esfuerzo para ello…..

…. Que no sean olvidados y marginados y que con tirarle 50 centavos ya nos sintamos mejor…

…. Que no sean tratados como mendigos…

…. Que no se los trate como vacas o animales…

…. Que no sean olvidados, tirados en algún lado ….

————

Todos los ancianos merecen tener una vejez digna y ser amados y tratados como personas normales. 

No olvidemos que ellos han transitado casi todo el camino de la vida y que de igual manera que ahora no se pueden adaptar a lo nuevo, paso lo mismo con sus padres cuando ellos eran jóvenes, por lo tanto, debemos aplicar la base de toda sociedad…

LA TOLERANCIA.

Pero recuerden siempre esto,

los hijos de hoy, son los padres de mañana y los abuelos del futuro….

Por lo tanto, no los abandonemos… tratémoslos con cordialidad y dulzura y perdonemos –

¡Como tantas veces ellos lo hicieron con nosotros en cosas más importantes- sus manías, sus antojos y recordemos que nos dieron la vida, nos cuidaron, nos educaron, se desvelaron por nosotros y ahora merecen al menos una mínima atención!!!!

¡Espero haberte tocado y que mañana, en lugar de salir con amigos, te llegues a la casa de tu abuela/abuelo y le des una alegría!!!!

Recuerda, que son viejos y que nadie vive para siempre. Algún día, menos pensado, recibirás un llamado…. Y ya será tarde.

Si he ofendido a alguien con este post, pido disculpas sinceras. 

No lo he hecho motivado ni por la religión, ni por la política (no soy afín a ningún partido), sino como miembro de la sociedad que desea que esta sea realmente eso, una sociedad de personas…. Gracias x pasar…

SALU2

jueves, 26 de marzo de 2015

¿ Qué edad tienes abuela ?

 Una tarde, un nieto estaba charlando con su abuela sobre los acontecimientos actuales.

Entonces, él preguntó:

¿Qué edad tienes abuela?
La abuela respondió: Bueno, déjame pensar un minuto…
Nací antes de la  televisión, las vacunas contra la polio, las comidas congeladas, la fotocopiadora, los lentes de contacto, la píldora anticonceptiva y el freesbee.
No existían los radares, las tarjetas de crédito, el rayo láser o los patines en línea. No se había inventado el aire acondicionado, el lavavajillas, las secadoras, y las prendas se ponían a secar al aire fresco.
El hombre todavía no había llegado a la Luna y no existían los aviones de propulsión a chorro para pasajero.
Tu abuelo y yo nos casamos y después vivimos juntos, y en cada familia había un papá y una mamá.
«Gay» era una palabra respetable en inglés que significaba una persona contenta, alegre y no homosexual, al que cariñosamente llamábamos «loca».
De lesbianas, nunca habíamos oído hablar y los muchachos no usaban aretes.
Nací antes de la computadora, las dobles carreras universitarias, las terapias de grupo y los psicólogos.
Hasta que cumplí 25, llamé a cada policía y a cada hombre, «señor», y a cada mujer, «señora» o «señorita».
En mis tiempos la virginidad no producía cáncer.
Nuestras vidas estaban gobernadas por los 10 mandamientos, el buen juicio y el sentido común. Nos enseñaron a diferenciar entre el bien y el mal y a ser responsables de nuestros actos.
Creíamos que la comida rápida era lo que la gente comía cuando estaba apurada.
Tener una relación significativa era llevarse bien con los primos.
Tiempo compartido significaba el que la familia compartía unas vacaciones, no un condominio.
Nunca habíamos oído hablar sobre la música estereofónica, la radio FM, cassettes, CD’S, máquinas de escribir eléctricas, calculadora (ni siquiera mecánica, para no mencionar las portátiles).
A los relojes se les daba cuerda cada día. No existía nada digital, ni los relojes, ni los indicadores con numeritos luminosos en
los artefactos del hogar, ni en las máquinas.
Hablando de máquinas, no existían los cajeros automáticos, las máquinas de helado en las paleterías, los radio reloj despertador, ni los hornos de microondas, para no hablar de los videocassettes ni las filmadoras de vídeo.

         Si en algo decía «Made in Japan» se le consideraba una porquería y no existía «Made in Korea» ni «Made in Taiwan».
No se había oído de Pizza Hut, McDonald’s o el café instantáneo ni de los endulzantes artificiales.
Había tiendas donde se compraban cosas por 5 y 10 centavos. Los helados, las llamadas telefónicas, los pasajes de autobús y la Pepsi, todo costaba 10 centavos. Se podía comprar un Chevrolet Coupé nuevo por 600 dólares (pero ¿quién los tenía?)
En mi tiempo, «hierba» era algo que se cortaba y no se fumaba; «Coca» era una gaseosa y la música de rock era la que hacía la mecedora de la abuela.
«Chip» significaba un pedazo de madera, «hardware» era la ferretería y el «software» no existía.
Fuimos la última generación que creyó que una señora necesitaba un marido para tener un hijo.
Ahora dime, ¿cuántos años crees que tengo?
«¿Más de cien?», preguntó su nieto.
«¡No, Solamente 60!»….

Autor desconocido

miércoles, 25 de marzo de 2015

El desprecio hacia los ancianos

 

Dijo:

Ya no sé en qué fecha estamos. En casa no hay calendarios y en mi memoria los hechos están hechos una maraña. Me acuerdo de aquellos calendarios grandes, unos primores, ilustrados con imágenes de los Santos que colgábamos al lado del tocador; ya no hay nada de eso. Todas las cosas antiguas han ido desapareciendo, y yo también fui dejada de lado sin que nadie se diera cuenta. Primero me cambiaron de alcoba, pues la familia creció. Después me pasaron a otra más pequeña aún acompañada de mis bisnietas. Ahora ocupo el desván, él que está en el patio de atrás. Prometieron cambiarle el vidrio roto de la ventana, pero se les olvidó, y todas las noches por allí se cuela un airecito helado que aumenta mis dolores reumáticos.

Desde hace mucho tiempo tenía intención de escribir, pero me pasaba semanas buscando un lápiz; y cuando al fin lo encontraba, yo misma volvía a olvidar dónde lo había puesto. A mis años las cosas se pierden fácilmente: claro, no es una enfermedad de ellas, de las cosas, porque estoy segura de tenerlas, pero siempre se desaparecen.

La otra tarde caí en cuenta que mi voz también ha desaparecido. Cuando les hablo a mis nietos o a mis hijos no me contestan. Todos hablan sin mirarme, como si yo no estuviera con ellos, escuchando atenta lo que dicen. A veces intervengo en la conversación, segura de que lo que voy a decirles no se le ha ocurrido a ninguno, y de que les va a servir de mucho mis consejos; pero no me oyen, no me miran, no me responden.

Entonces llena de tristeza me retiro a mi cuarto antes de terminar de tomar mi taza de café. Lo hago así, de pronto, para que comprendan que estoy enojada; para que se den cuenta de que me han ofendido y vengan a buscarme y me pidan perdón. Pero nadie viene.

El otro día les dije que cuando me muera, entonces si me iban a extrañar. Mi nieto más pequeño dijo: «¿Estás viva abuela?». Les cayó tan en gracia, que no paraban de reír. Tres días estuve llorando en mi cuarto, hasta que una mañana entró uno de los muchachos a sacar unas llantas viejas y ni los buenos días me dio. Fue entonces cuando me convencí de que no me tomaban en cuenta. Cuando me paro en medio de la sala para ver si, aunque sea estorbo, me miran, pero mi hija sigue barriendo sin tocarme; los niños corren a mi alrededor, de uno a otro lado, sin tropezarse conmigo.

Cuando mi yerno se enfermó, pensé tener la oportunidad de serle útil, le llevé un té especial que yo misma preparé; se lo puse en la mesita y me senté a esperar que se lo tomara, solamente que estaba viendo televisión y ni un parpadeo me indicó que se daba cuenta de mi presencia. El té poco a poco se fue enfriando. Y mi corazón con él.
Un día se alborotaron los niños, y me vinieron a decir que al día siguiente nos iríamos todos de día de campo. Me puse muy contenta.
¡Hacía tanto tiempo que no salía y menos al campo! El sábado fui la primera en levantarme.

Quise arreglar las cosas con calma. Los viejos nos tardamos mucho en hacer cualquier cosa, así que me tomé mi tiempo para no retrasarlos. Al rato entraban y salían de la casa corriendo y echaban las bolsas y juguetes al auto. Yo ya estaba lista y muy alegre, me paré en el zaguán a esperarlos. Cuando arrancaron y el auto desapareció envuelto en bullicio; comprendí que yo no estaba invitada, tal vez porque no cabía en el auto, o porque mis pasos tan lentos impedirían que todos los demás corretearan a su gusto por el bosque.
Sentí clarito cómo mi corazón se encogía, la barbilla me temblaba como cuando uno se aguanta las ganas de llorar.

Yo los entiendo, ellos sí hacen cosas importantes: ríen, gritan, sueñan, lloran, se abrazan, se besan; y yo, ya no sé a qué saben los besos. Antes besuqueaba a los chiquitos, era un gusto enorme el que me daba tenerlos en mis brazos, como si fueran míos. Sentir su piel tiernita y su respiración dulzona muy cerca de mí. La vida nueva se me metía como un soplo y hasta me daba por cantar canciones de cuna que nunca creí recordar. Pero un día mi nieta Laura, que acababa de tener un bebé, dijo que no era bueno que los ancianos besaran a los niños, por cuestiones de salud.

Desde entonces ya no me acerqué más a ellos, no fuera que les pasara algo malo por mis imprudencias. ¡Tengo tanto miedo de contagiarlos!
Yo los bendigo a todos y los perdono, porque ¿Qué culpa tienen los pobres de que yo me haya vuelto invisible?

martes, 24 de marzo de 2015

Integrar a los mayores II Mucho diálogo

 Mucho diálogo

El diálogo y la solidaridad intergeneracional son los resortes insustituibles para promover el aprovechamiento de la riqueza cultural de las personas de edad avanzada y la mejora de su autoestima, además de para sentar las bases de una óptima integración de los mayores en la sociedad. Ser mayor no debe constituir un obstáculo para ser feliz. 

El camino deseable sería ir hacia un envejecimiento saludable, porque hacernos mayores (¿cuándo empezamos a ser realmente unos viejos, a los sesenta, a los setenta… y por qué?) no es sinónimo de enfermedad, y uno de los retos de nuestra época es vivir más, pero también mejor.

Independientemente de la edad cronológica de un individuo, su «interés por la vida» es el factor clave de la existencia y no solamente depende de esa persona, sino también de las redes sociales en las que funciona su vida. Las relaciones con las personas mayores han de estar enmarcadas en ese principio de solidaridad e interés por lo que les ocurre. 

Hemos de aportar lo mejor de nosotros mismos y adquirir la destreza de transformar las dificultades en posibilidades de mejora. Esto es, en percibir los problemas como oportunidades y como medios de superarnos como personas.

La madurez de la experiencia nos dice que las barreras que surgen a lo largo de la vida no pueden impedir nuestro desarrollo; al contrario, representan una invitación a replantearnos los límites de nuestra creatividad o como diría P. Freire a darnos cuenta de que somos seres en transformación y no en adaptación. A ser conscientes de lo devastador de los enfados y de las actitudes negativas y pesimistas.

http://revista.consumer.es/web/es/20001001/interiormente/30114.php

lunes, 23 de marzo de 2015

Integrar a los mayores

En octubre de 1999 se inauguró la conmemoración del Año de las Naciones Unidas de las Personas Mayores, bajo el lema «Una sociedad para todas las edades». Se trabajó para que se partiese de una sociedad con un «diseño para todos»; crear y producir pensando en todas las personas y tener en cuenta las necesidades o dificultades específicas de todas aquellos que no cuentan con toda la capacidad, autonomía o habilidad física, psíquica o sensorial que se suponen habituales. Un diseño que debiera generalizarse en todos los ámbitos de la vida cotidiana, pública y privada.

Pero este «diseño para todos» deberá ser, ante todo, una filosofía basada en la igualdad de derechos de todas las personas. Ha de incluir además una consulta previa a los posibles usuarios, ya que son estos quienes están en mejores condiciones de señalar sus necesidades y las dificultades y limitaciones con las que se encuentran.

Respeto, atención y cariño son los tres principios básicos en la relación con nuestros mayores. Respeto a su momento psicofísico, a su ritmo propio, a sus valores y concepciones, a sus comportamientos, a sus deseos y querencias, a su propia organización de la vida. Ello no implica estar de acuerdo siempre con ellos cosas y habría que distinguir dónde está la frontera entre lo que estos desencuentros afectan a la vida de los no mayores. El consenso es la fórmula más deseable. De todos modos, los mayores tienen derecho a elegir cómo quieren vivir, porque inmiscuirnos e imponer nuestros criterios equivale a un abuso de poder y a una falta de respeto a su libertad.

La atención al anciano será siempre desde una escucha abierta, positiva y sin juicios de valor ni prejuicios. Esta atención lleva implícita la dedicación de un cierto tiempo para escuchar cómo está esa persona mayor, cómo vive, qué quiere, qué le gusta, cómo percibe sus recuerdos y experiencias. Esta actitud es muy diferente a la de «oír las batallitas del abuelo». La escucha de la que hablamos es humana y está teñida de aprecio, consideración, cercanía y acompañamiento.

Ya en el último de los tres principios citados, el cariño debemos proporcionárselo a los mayores en grandes dosis, porque en esta edad se valora más que nunca el afecto, la sensibilidad que dejamos escapar a menudo por la servidumbre que mostramos ante la seriedad, el trabajo, el sagrado concepto del deber, los prejuicios, la timidez y la vergüenza. 

Pero no nos referimos a un cariño ensimismado o ñoño, sino más bien a ese cariño que se trasmite a través de ese interés por lo que les ocurre a nuestros mayores, por el respeto, la escucha, ese tiempo de dedicación… y que se traduce en nuestros gestos, nuestra mirada, nuestro tono cálido a la hora de dirigirnos a ellos. Y también, por qué no, el cariño manifestado mediante la caricia: esa mano que se posa, que presiona, que agarra, ese abrazo que funde la distancia y ese beso que hace sentir que no se está solo y que se es querido y valorado. 

http://revista.consumer.es/web/es/20001001/interiormente/30114.php

domingo, 22 de marzo de 2015

¿QUIERES INDIGNARTE?

Dina Gómez sobrevivió comiéndose su colchón. Su exesposo tuvo menos fortuna: murió y fue devorado por perros. Un ex carabinero falleció y pasaron cinco meses antes que alguien se diera cuenta. El escenario preocupa a las autoridades, que asumen que en 2025 habrá más abuelos que niños.

Según cifras de la Semana, por cada persona menor de 60 años que vive sola en Chile hay diez adultos mayores en las mismas condiciones, pero con esa casas, redes sociales y en circunstancias muy precarias.

El 29 de enero de 2006 Dina Gómez remeció la conciencia nacional. Profesora de inglés, de 68 años, fue encontrada en situación de abandono y encerrada en su domicilio, comiendo de sus propios desechos orgánicos y la espuma del colchón. Cinco meses después, el cuerpo del Héctor Marro Rojas (71), exesposo de la señora Dina, fue encontrado por sus vecinos en Colina dos días después de haber fallecido, mientras era devorado por sus perros.

El lunes 11 de febrero, otro anciano murió solo. José Bravo González, de 78 años, falleció calcinado en su domicilio en Estación Central. Según los vecinos, don José sufría de problemas mentales. Muchas veces los individuos se van aislando también por un proceso de deterioro cognitivo o psíquico. Según la directora de Semana, existe la diferencia entre las personas que viven solas y las que están en estado de abandono total, pues «si tú estás en un estado de abandono total, te mueres».

Que se puede esperar, para los ancianos, si estamos en un país que a los 40 o 45 años, ya es considerado viejo y todo se pone cuesta arriba, encontrar un trabajo a los 50 es para armar tremenda fiesta, además, no solo sufren el abandono los ancianos pobres sino, que también ancianos acomodados económicamente, viven en el desamparo familiar, solo son considerados, cuando se necesita de ellos económicamente.

Abandonados 60% de los ancianos

La directora general del DIF estatal Zita Pazzi Maza, aseveró que seis de cada 10 veracruzanos de la tercera edad sufren abandono o aislamiento de su familia. “Se han perdido los valores, se tiende mucho a la desintegración familiar y los abuelos sufren abandono a consecuencia de eso”.

En la capital del Estado se realizó la Tercera Gran Caminata Familiar de los Adultos Mayores donde participaron cuatro mil 600 personas de la tercera edad de diferentes municipios, derechohabientes del Instituto Mexicano del Seguro Social, miembros del Instituto de Pensiones del Estado y diversas Asociaciones Civiles.

Entrevistada en el evento, la directora general del DIF estatal lamentó que un porcentaje considerable de adultos mayores no sean integrados a los hogares veracruzanos.

Es necesario que “se les dé el lugar y la dignidad que ellos merecen” reclamó la funcionaria estatal.

sábado, 21 de marzo de 2015

La Depresión de ancianos FALTA DE CARIÑO

 Expresó que la principal queja que los adultos mayores presentan en el DIF es precisamente “el abandono y la falta de cariño en sus hogares”.

El DIF ha detectado, dijo, que a determinada edad el abuelo es “desplazado” por los familiares.

-¿A qué obedece este fenómeno?

-Se han perdido los valores debido a la desintegración familiar, pero sobre eso estamos trabajando.

Precisó que de 10 veracruzanos de la tercera edad, un promedio de seis son desplazados de sus familias, “es grave” la situación.

Incluso, en caso de ser necesario, “los invitamos a que denuncien” el maltrato y asilamiento de que son víctimas, expresó.

La directora general del DIF estatal Zita Pazzi Maza recordó que 28 mil 77 adultos mayores tienen derecho a pensión alimenticia, “hasta que ellos cierren sus ojos”.

Pero en lista de espera del beneficio hay un promedio de 60 mil personas de la tercera edad.

Estos vencedores del tiempo residen en la colonia Unidad, del sector López Arellano de Choloma. Doña Victoria de 73, se dedica a recoger latas para llevar el sustento a su casa e igual cuida de su compañero de hogar, Jacobo, quien está inválido a consecuencia de un derrame cerebral.

DÍA a día se nos van y nuestras lágrimas aparecen con su desaparición, pero en vida:

¿Cuánto Los escuchamos?

¿Cuántas veces los abrazamos y les decimos que los queremos?

¿Cuánto de ellos sabemos?

No proclamo nada, ni quiero generarme como un líder moral, solo recordar y decir al mismo tiempo que no nos olvidemos de nuestros queridos «viejos» que en su tiempo dieron todo y lo volverían a dar por nosotros y que no desaparezcan sin que nosotros les hallamos recordado cuán agradecidos estamos de su presencia y de las razones por las cuales sus vidas transformaron las nuestras

    ¿Qué haces aquí todavía!? ¡Anda a abrazar al abuelo o a la Abuela!

viernes, 20 de marzo de 2015

La Depresión de ancianos II

 La depresión en los ancianos es un trastorno cuya prevalecía asciende al 15% en los mayores de 65 años. Al tener una sintomatología atípica, tanto pacientes como familiares no siempre son conscientes de que se está ante un trastorno depresivo. Por lo general, los síntomas se atribuyen tanto desde los servicios sociales como los médicos generalistas a un elemento más del envejecimiento normal.-

Ancianos abandonados en los hospitales terminan en hogares a cargo del Estado. Abuelos que nadie quiere.

Pobreza y falta de redes sociales, pero también el simple deseo de deshacerse de lo que consideran un estorbo. Cada vez es más común que las familias abandonen a sus abuelos en los hospitales. Una realidad que se hace patente tras el alta médica: los teléfonos no responden. Nadie quiere recibirlos.

Las dejé a todas bien criadas y casadas. No fui una mala madre, pero ya no me quieren ver, dice Raquel Ríos (76 años) cuando le preguntan por su familia. Guarda silencio, lanza un largo suspiro y agrega: “Ellas sabrán, algunos tienen suerte y otros no”, sostiene mientras mira al resto de los ancianos del hogar que son visitados por sus familias.

Motivos de abandono

En una sociedad en que todo se mide por la utilidad, que los abuelos enfermos sean abandonados, tiene toda lógica. Laura Silva, coordinadora de la Unidad de Servicio Social del Hospital Barros Luco, dice que el adulto mayor es imprescindible mientras sirve a su familia, apoya las labores de la casa y cuida a los niños. “Pero cuando dejan de ser autovalentes por alguna enfermedad que va a requerir el apoyo de sus seres queridos, la familia ya no quiere tenerlo en casa ni hacerse cargo de él de otra manera”.

Según Paula Forttes, directora del Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama), tras esa negativa, muchas veces, hay una situación económica desmejorada y no necesariamente malos sentimientos. Por ejemplo, es común que entreguen dirección y datos falsos. “Que no tiene que ver con un abandono mal intencionado, sino que con un escenario de desesperación”, señala.

Otro factor determinante es la inserción de la mujer al trabajo. Forttes enfatiza que son las mujeres, en su mayoría, las que prestan cuidados a su familia: primero a los hijos y después a los padres. “Pero cuando los dos ámbitos se confrontan, se sacrifica el cuidado de los mayores”. También se produce abandono cuando existen conflictos familiares anteriores y los hijos no quieren saber nada de sus padres.

Maltrato familiar a Personas de la Tercera Edad

En los últimos años, ha supuesto un gran escándalo social la comunicación de casos de indignante maltrato a personas mayores por parte de sus propios familiares, o personas de convivencia. Algunos varones son explotados por su familia, y algunas mujeres han llegado a sufrir el llamado  «Síndrome de la Abuela Esclava”  por la que solo algunas familias, abusan de la confianza que le supone, para que trabaje para ellos, sin que ellos tengan consideración con ella.

jueves, 19 de marzo de 2015

Cómo tratar a los ancianos

 Un poco de respeto para «NUESTROS MAYORES»


 No me deseches en el tiempo de la vejez; no me desampares cuando mi fuerza se acabe. 

Aun en la vejez y en las canas, no me desampares.
Cuando nos mencionan la palabra viejo, nos viene a la mente “objeto obsoleto o fuera de uso” cuando pensamos en la palabra vejez creemos qué no nos pasará a nosotros, que ese vigor, ese divino tesoro nunca se acaba y que un día como por arte de magia haremos este proceso reversible y habremos encontrado la fuente de la eterna juventud.
Toda clase de mitos y creencias socioculturales se dicen sobre la “tercera edad” ya cuando una persona pasa los 40 le es casi imposible mantenerse en el competitivo mercado laboral, donde se solicitan “jóvenes con experiencia” de 25 a 35 años, la publicidad nos llena la cabeza con mensajes como “para verse siempre joven” “tan joven como el primer día” esto nos va comiendo el inconsciente con la idea de que hacerse viejo no es bueno.
 

Ahora los abuelos estorban, les hemos quitado sus roles, ya no son los que aconsejan, no los queremos en el medio porque son muy lentos, porque no van al ritmo de nuestros tiempos, algunos por qué están pasados de moda y no se les puede hacer caso, sin saber que su vida se nutre con el afecto, el compañerismo, los regalos, las palabras tiernas, el hacerlos sentir bien el tiempo que les queda.
Hemos olvidado que ellos fueron jóvenes un momento, y tenían las mismas inquietudes, los mismos deseos que tenemos nosotros. Pero ellos tienen algo que nosotros no tenemos, la experiencia……
 

Los asilos están llenos de abuelitos con sonrisas arrugadas y cuentos color sepia, donde esperan que alguien se conmueva y les lleve cariño o que algún familiar esporádicamente aparezca.
A veces sin saber les hacemos daño, ellos que saben más que nosotros porque han vivido más, los que saben contar los verdaderos hechos de la historia mejor que en los libros, esos de voz pausada y caminar lento.
«No importa lo viejo que seas, sino cómo lleves la vejez». Proverbio chino.
Creo que debemos cuidarnos todos de la vejez mental, esa vejez que se come el espíritu espontáneo y feliz que llevamos dentro, esa capacidad de reír a los problemas, de cantar bajo la lluvia y de vivir eternamente enamorados, la vida nos pasa por delante como una película y nosotros estamos muy cansados ya para ser los protagonistas.

Publicado por º*ºDulceº*º en jueves, septiembre 21, 2006

miércoles, 18 de marzo de 2015

El mito de la eterna juventud, una trampa sin salida

 Cuando alguien, refiriéndose a una persona mayor, dice: «qué bien, qué joven está», implícitamente está afirmando que lo bueno, en realidad, es ser joven. Lo demás son apaños. Está manifestando que lo que se aprecia socialmente es la juventud, y que ser viejo no es un valor, sino casi un defecto. 

Otra frase reveladora: «En mis tiempos¿», da a entender que su oportunidad, su sitio, ya han pasado: que no hay un hueco relevante para los ancianos?

Poco a poco, se va asentando la presunción, cuando no la convicción, de no pertenecer a esta época. Así, la persona mayor se siente excluida y cada día confirma que va perdiendo relevancia social.

Pero ser viejo tiene sus cosas positivas. Sin ir más lejos, sentirse protagonista de su propia evolución como persona y, más que nunca, un importante miembro de la comunidad a la que pertenece. 

La sociedad, no lo neguemos (¿cuántas películas de TV o cine, anuncios, o pases de modelos tienen por protagonistas principales a personas mayores?) discrimina a los viejos, pero estos también tienen alguna responsabilidad en tanto que, a veces inconscientemente, participan activamente («eso es cosa de jóvenes, que decidan ellos») en este proceso de segregación y desconsideración de los mayores.
¿Qué hacer para integrar a los ancianos en la vida cotidiana?

En primer lugar, trasmitir a la sociedad en su conjunto las necesidades de los viejos, qué piensan, cómo se sienten. Todos deberíamos saber que es una situación que nos va a llegar, no podemos seguir mirando a otro lado, y negarnos a nosotros mismos que nos acercamos, o que ya hemos llegado a la Tercera Edad.

Es difícil, porque los intereses de mercado han instalado el mito de la juventud y han dictado que esa fase de nuestra vida, efímera por definición, debe perdurar indefinidamente. Cada arruga es una herida que debemos ocultar, en lugar de la feliz constatación de que seguimos viviendo, disfrutando de nuestro crecimiento personal y de otros placeres anteriormente desconocidos o insuficientemente valorados.
Una decisión personal

En realidad, ¿qué es ser viejo? La mayoría de las definiciones subrayan los aspectos deficitarios, negativos: la vulnerabilidad, la propensión a las enfermedades, la progresiva marginación, el acercamiento de la muerte. 

El envejecimiento es un hecho ineludible, pero el considerarse agotado, en régimen de bajas revoluciones y al margen de las cuestiones que afectan a la sociedad en su conjunto, es una opción estrictamente individual.

Cada persona decide paulatinamente, a veces por simple hastío, otras por convencimiento, que reducirá drásticamente su ritmo vital, que no hará deporte, ni aprenderá informática, ni viajará, ni practicará el sexo¿En otras palabras, cada uno, en decisión personal e intransferible, establece cuándo «es viejo para…»?

 No es lo mismo un jubilado que sigue con sus paseos y acude regularmente a la piscina, sigue la actualidad leyendo diarios, frecuenta a sus amigos y familiares, va al cine o al teatro, juega al ajedrez, participa en un taller de escritura, milita y colabora en una ONG o partido político, que otro cuyas únicas actividades reseñables son dormir, ver la TV, jugar a cartas y quejarse de sus enfermedades ante sus compañeros pensionistas.

martes, 17 de marzo de 2015

Nuestros viejos… nuestros padres…

 Nuestros viejos… nuestros padres…
Jueves, 3 enero, 2008

Padres héroes y madres heroínas del hogar.

Pasamos buena parte de nuestra existencia cultivando estos estereotipos.

Hasta que un día el padre héroe comienza a pensar todo el tiempo, protesta bajito y habla de cosas que no tienen ni pie ni cabeza.

La heroína del hogar comienza a tener dificultades para terminar las frases, y empieza a enojarse con la empleada.

¿Qué hicieron papá y mamá para envejecer de un momento a otro?

Envejecieron…

Nuestros padres envejecieron.

Nadie nos había preparado para esto.

Un bello día ellos pierden la compostura, se vuelven más vulnerables y adquieren unas manías bobas.

Están cansados de cuidar de los otros y de servir de ejemplo: ahora llegó el momento de ellos, de ser cuidados y mimados por nosotros.

Tienen muchos kilómetros andados y saben todo, y lo que no saben lo inventan.

No hacen más planes a largo plazo, ahora se dedican a pequeñas aventuras, como comer a escondidas todo lo que el médico les prohibió.

Tienen manchas en la piel.

De repente están tristes.

Más no están caducos: caducos están los hijos, que rechazan aceptar el ciclo de la vida.

Es complicado aceptar que nuestros héroes y heroínas ya no están con el control de la situación.

Están frágiles y un poco olvidadizos, tienen este derecho, pero seguimos exigiendo de ellos la energía de una usina.

No admitimos sus flaquezas, sus tristezas.

Nos sentimos irritados y algunos llegamos a gritarles si se equivocan con el celular u otro aparato electrónico; y encima no tenemos paciencia para oír por milésima vez la misma historia, que cuentan como si terminaran de haberla vivido.

En vez de aceptar con serenidad el hecho de que adoptan un ritmo más lento con el pasar de los años, simplemente nos irritamos por haber traicionado nuestra confianza, la confianza de que serían indestructibles como los superhéroes.

Provocamos discusiones inútiles y nos enojamos con nuestra insistencia para que todo siga como siempre fue.

Nuestra intolerancia solo puede ser miedo.

Miedo de perderles, y miedo de perdernos, miedo de dejar también, de ser lúcidos y joviales.

Con nuestros enojos, solo provocamos más tristeza a aquellos que un día solo procuraron darnos alegrías.

¿Por qué no conseguimos ser un poco de lo que ellos fueron para nosotros?

¿Cuántas veces estos héroes y heroínas estuvieron noches enteras junto a nosotros, medicando, cuidando y bajando fiebres?

Y nos enojamos cuando ellos se olvidan de tomar sus remedios, y al pelear con ellos los dejamos llorando, tal cual criaturas que fuimos un día.

El tiempo nos enseña a sacar provecho de cada etapa de la vida, pero es difícil aceptar las etapas de los otros…

Más cuando los otros fueron nuestros pilares, aquellos para los cuales siempre podíamos volver y sabíamos que estarían con sus brazos abiertos, y que ahora están dando señales de que un día irán a partir sin nosotros.

Hagamos hoy por ellos lo mejor, lo máximo que podamos, para que mañana, cuando ellos ya no estén más, podamos recordarlos  con cariño, recordar sus sonrisas de alegría y no las lágrimas de tristeza que ellos hayan derramado por causa nuestra.

Al final, nuestros héroes de ayer… serán nuestros héroes
eternamente.

Fuente: http://unmensajeparati.wordpress.com/

lunes, 16 de marzo de 2015

Respeto, atención, cariño e integración en la vida de cada día

 Se nos decía que nos convertimos en adultos solo cuando nos quedamos sin padres, cuando perdemos su referencia y debemos buscarnos un espacio independiente en el mundo

El problema que para las familias suponen las personas de edad avanzada se plantea incluso en lo más elemental: no sabemos ni cómo referirnos a ellas. Tercera edad, personas mayores, viejos, abuelos, ancianos… Cada expresión tiene sus connotaciones, la elección no es baladí.

En el fondo, este problema de denominación manifiesta la incertidumbre que padecemos ante los grupos socialmente menos favorecidos, o marginados de la vida cotidiana. 

¿Dónde los colocamos? 

¿Cómo los valoramos? 

¿Cómo los tratamos? 

¿Qué hacer para que no se automarginen, para que intervengan en el devenir de la sociedad? Un matiz importante: este desconcierto ante el fenómeno de la vejez lo muestran las familias y las generaciones más jóvenes, pero también las propias personas de edad avanzada.

Convengamos en que la imagen que sobre la vejez trasmite las sociedades económica y socialmente desarrolladas dista mucho de resultar atractiva o envidiable. En parte, puede explicarse por la decepción de contemplar que se va perdiendo el sitio, el protagonismo, el poder físico, intelectual, sexual, económico, laboral

¿Es una situación, aceptémoslo, compleja, con aspectos objetivamente negativos y difícil de ser percibida como deseable. Y más en un mundo en que el deseo se ha erigido en el motor de la vida económica e incluso en móvil de decisiones, en el espacio de lo personal.

La sociedad excluye a los ancianos y ellos mismos parecen en muchos casos dispuestos a arrinconarse en el furgón de cola, el de los menos activos. Desde esas dos dimensiones complementarias debemos contemplar la situación: qué podemos hacer por el colectivo de los viejos y qué pueden hacer ellos por sí mismos. 

Para empezar, una de las asignaturas pendientes de esta sociedad que envejece a un ritmo que demógrafos, economistas y psicólogos no dudan en calificar de preocupante, es como cambiar la imagen del envejecimiento, paso indispensable para que tanto las personas que entran en esa fase vital como la sociedad en general modifiquen sus actitudes ante los ancianos.

Enlace: http://www.consumer.es

domingo, 15 de marzo de 2015

CARTA DE UN ANCIANO

Muy fino amigo:
Principio las líneas de esta misiva
para agradecerle su visita… ¡Recibimos!
tan pocas!..pero en fin, ¡no debo!
quejarme, antes bien agradezco a Dios
por tantos y tantos años de vida que me
ha otorgado. Cumplí ya seis años en este
asilo donde por mi propia
voluntad me he confinado.
He conocido en esta larga estancia a
muchos viejos y muchas ancianitas y aunque
sabemos que nuestra estancia
en este mundo es ya corta,
eso no ha impedido que hayamos
llegado a estimarnos y extrañar
a los que se van yendo;
el día que hay una defunción sé
respira aquí un silencio impresionante.
Mi estancia en el mundo exterior era ya
insostenible; creo que fue un error él
haber invitado a mi hijo y su familia
a vivir en mi casa cuando enviude…
Pero me apenaba que él, a pesar de frisar
ya en los cuarenta, no tenía un ingreso
fijo y mis nietos corrían él
mismo peligro que él, de quedarse sin estudiar…
Por otra parte, mi nuera se había comportado
con respeto hacia mí, por lo que decidí
ayudarlos: me decía: «Tal vez
sea lo último que haga en mi vida»…
Cuando ellos hubieron tomado posesión de
la casa, poco a poco fui perdiendo terreno,
les molestaba que yo oyera mis
canciones antiguas, e iban hacia mi consola
y sin ninguna explicación las cambiaban
por canciones modernas que
sencillamente, no aguanto, pero que ellos preferían…
Poco a poco, fueron desapareciendo los retratos de mis
padres, mi esposa, los de los niños, de mis hijos e incluso
los míos.
Les molestaba mi incipiente sordera la cual no me impedía
oírlos cuchichear que yo era un viejo desaseado y latoso
y se lamentaban de que no me muriera pronto…
Me parecieron injustificados los calificativos sobre mí
persona, ya que si algo bueno tengo es ser pulcro y no
tratar de molestar a nadie.
Mi pensión y el modesto capital que logré acumular me
permitían antes de que ellos llegaran, tener la alacena y
el refrigerador bien surtidos, pero ya instalados ellos
en la casa, apenas si me dejaban algo de comer y eso con
malas caras cuando yo consumía lo que había
adquirido con mi dinero.
Varios años pasé así y aunque a veces estaba a punto de
estallar los disculpaba arguyendo que eran parte de mí
propia sangre…
No obstante, mi sufrimiento logré que mis nietos obtuvieran
un título, pero no logré que fueran, sino agradecidos,
siquiera respetuosos conmigo.
En los últimos tiempos habitaba yo el cuarto de servicio,
fuera de la casa, lugar que me había destinado mi nuera…
En virtud de que difícilmente podía caminar para ir al
banco a cobrar mi pensión o los retiros de dinero que yo
necesitaba, les pedía a ellos ya fuera que me acompañaran
o les pedía que me cambiaran algún cheque; porque me
acompañaban, tenía que pagarles, y de los cheques, me
entregaban siempre cantidades menores a las retiradas.
El fracaso personal y la debilidad de carácter de mi hijo
convirtió a aquella familia en un matriarcado.
En una ocasión en que me enfrenté
a esa mujer y le reclamé su actitud y su
injusticia e incluso la amenacé con lanzarla
de la casa en compañía de sus hijos, me respondió
que la propietaria de la casa era ella y que
el que tenía que largarse era yo…
Mi hijo me rogó que no ingresara al asilo y
a pesar de que incluso débilmente me
defendió ante ella, el estuvo también
en peligro de ser lanzado igual que yo de
esta morada que yo construí con el trabajo
de los mejores años de mi juventud…
Estoy tranquilo; se me trata bien. Me apena
y me inquieta únicamente el que yo no
pueda proyectar algo para el mañana
porque la organización de la institución
está a cargo de las autoridades de la misma…
Aquí es uno completamente dependiente y
aun cuando la mayoría de los internos
somos seniles y nuestro cerebro
ya no tiene capacidad de un juicio claro,
algunos que como yo -perdonando un juicio
presuntuoso- tenemos aún la mente
lúcida, sufrimos porque nos tratan a todos
igual y no se toman en cuenta algunas opiniones
sobre modificaciones y mejoras al sistema,
que en ocasiones respetuosamente sugerimos.
Ocasionalmente, más por interés que por
amor viene a visitarme mi hijo y siempre
lo ayudo; sin embargo, he hecho
las diligencias necesarias para que él
día que el Señor me llame, que creo que ya
será pronto, mi modesto capital y mi
casa, pasen a poder del fideicomiso que
maneja este asilo, donde yo y muchos como
yo he venido a vivir en paz, a refugiarnos,
en los últimos días de la vida.
No es una venganza contra mi nuera, es
solamente un acto de justicia póstumo y
para mi hijo, que ya comienza a
enfilar por el escabroso camino de la vejez,
es la enseñanza de que ya es tiempo de que
pueda valerse por sí
mismo y hacerse un hombre de carácter…
Y a usted, que ha tenido la gentileza de
leer esta carta, les pido que les dé una
ayuda a los ancianos de este asilo
que necesitan de ella y que están muy
solos en el mundo…
¡Les paso este caso de la vida real!
y ayuuuddeeeennnn a
los viejitos de los asilos!

Desconozco su autor

sábado, 14 de marzo de 2015

Cuando los padres envejecen…

 Martes, 30 octubre, 2007

Querido hijo… querido nieto…

El día que me veas mayor y ya no sea yo, ten paciencia e intenta entenderme.

Cuando, comiendo, me ensucie; cuando no pueda vestirme: 

ten paciencia, recuerda las horas que pasé enseñándotelo.

Si cuando hablo contigo, repito las mismas cosas mil y una veces,
no me interrumpas y escúchame.

Cuando eras pequeño, a la hora de dormir, te tuve que explicar mil
y unas veces el mismo cuento hasta que te entraba el sueño.

No me avergüences cuando no quiera ducharme, ni me riñas;
recuerda cuando tenía que perseguirte y las mil excusas que inventaba para que quisieras bañarte.

Cuando veas mi ignorancia sobre las nuevas tecnologías, te pido que
me des el tiempo necesario y no me mires con tu sonrisa burlona.

Te enseñé a hacer tantas cosas… comer bien, vestirte… y como afrontar la vida;
muchas cosas son producto del esfuerzo y la perseverancia de los dos.

Cuando en algún momento pierda la memoria o el hilo de nuestra conversación,
dame el tiempo necesario para recordar; y si no puedo hacerlo, no te pongas nervioso,
seguramente lo más importante no era mi conversación y lo único que quería era estar contigo y que me escucharas.

Si alguna vez no quiero comer, no me obligues; conozco bien cuando lo necesito y cuando no.

Cuando mis piernas cansadas no me dejen caminar, dame tu mano amiga de la misma
manera en que yo lo hice cuando tú diste tus primeros pasos.

Y cuando algún día te diga que ya no quiero vivir, que quiero morir, no te enfades;
algún día entenderás que esto no tiene nada que ver contigo, ni con tu amor, ni con el mío.

Intenta entender que a mi edad ya no se vive, sino que se sobrevive.

Algún día descubrirás que, pese a mis errores, siempre quise lo mejor para ti
y que intenté preparar el camino que tú debías hacer.

No debes sentirte triste, enfadado o impotente por verme de esta manera.

Debes estar a mi lado; intenta comprenderme y ayúdame como yo lo hice cuando tú empezaste a vivir.

Ahora te toca a ti acompañarme en mi duro caminar.

Ayúdame a acabar mi camino, con amor y paciencia.

Yo te pagaré con una sonrisa y con el inmenso amor que siempre te he tenido.

Te quiero hijo.

Tu padre, tu madre, tus abuelos…

viernes, 13 de marzo de 2015

Bendición de un Anciano

Es muy importante que aprendamos a respetar, valorar, cuidar y amar
a nuestros ancianos, sin ellos las nuevas generaciones no estuviéramos aquí.

BENDITO Aquel que me ayude, sobre todo cuando no se lo haya pedido.

BENDITO Aquel que me ofrece una sonrisa, una palabra amable o un poco de su tiempo.

BENDITOS Aquellos que saben hacerme revivir mis bellos recuerdos de tiempos pasados.

BENDITOS Aquellos que me soportan y no me harán sentir el peso de mi pensamiento
que camina lentamente envuelto en telarañas y miedo.

BENDITOS Aquellos que se dan cuenta de que mi vista se nubla y me extienden la mano.

BENDITOS Aquellos que estén a mi lado y me hagan sentir útil aunque no lo sea.

BENDITO Aquel que me dice y me hace entender que todavía hay
alguien que me ama y piensa en mí.

BENDITO  Aquel que no se avergüence de mí y mis torpezas.

BENDITOS Aquellos que toquen la puerta de mi soledad y me regalen un poco de su tiempo.

BENDITOS  Aquellos que comprenden el temblor de mi mano y mi camino cansado.

BENDITOS Aquellos que me hablen en voz alta para ahorrarme la humillación de mi sordera.

BENDITO Aquel que finge con cortesía, ignorar durante mis tiempos
de comida todo aquello que hago que resulta molesto.

BENDITOS Aquellos que me escuchen con paciencia cuando repito
las mismas cosas sin darme cuenta.

BENDITO Aquel que evite las espinas de mi camino a la Eternidad.

Posted By El equipo de mundodiverso.com

jueves, 12 de marzo de 2015

Cómo atender sus necesidades II

Nutrición artificial
 

El déficit nutricional requiere de un tratamiento específico, pero, en ocasiones, los pacientes, especialmente las personas mayores dependientes, están incapacitados para ingerir, digerir o metabolizar los nutrientes recomendados. 

En estas circunstancias la nutrición artificial cobra protagonismo. 
La nutrición artificial son los suplementos comerciales farmacéuticos para añadir a una dieta normal en aquellas personas que pueden ingerir alimentos, y los preparados comerciales farmacéuticos que constituyen la dieta enteral para aquellas personas incapaces de ingerir alimento (disfagia, tumores, etc.) y que se administran a través de sonda nasogástrica o gastrostomía.

Suplementos nutricionales
 
Son preparados farmacéuticos que se venden en las farmacias y que quizás algún día se vendan también en los centros comerciales. 
Son preparados como los "potitos" de los niños, con muy diferentes sabores (chocolate, fresa, vainilla) y texturas (más líquidos, más espesos), que tienen una cantidad energética aproximada de 250 Kilocalorías y que completan, no sustituyen, la dieta habitual.
Son útiles para aquellas personas mayores con anorexia o que acaban de superar convalecencias de enfermedades graves que le han obligado a una larga hospitalización, como una cirugía, una prótesis de cadera, etc. 
En el hospital las comidas no son específicas para cada paciente y es muy frecuente que por el diferente tipo de comida, las prisas y el carácter poco familiar de un hospital, la persona mayor sufra desnutrición en su ingreso hospitalario. 
En estas situaciones es cuando estos suplementos son más útiles.

Nutrición por sonda nasogástrica y gastrostomía
 
Constituye la administración de toda una dieta artificial a través de algún dispositivo (sonda nasogástrica o gastrostomía) que lleva el alimento de forma directa al estómago. 
Está indicado para aquellas personas mayores incapaces de deglutir. 
Es el caso de las personas que han sufrido un infarto cerebral y que le ha afectado la zona de la deglución produciéndole disfagia e imposibilidad para la deglución. 
Otra tipología de pacientes es la de los que padecen demencia en estado severo y se niegan a comer o bien a los que la propia demencia les produce disfagia. 
Por último, otro grupo de pacientes es el constituido por los afectados por un cáncer de cabeza-cuello (cánceres de esófago, gástricos, de faringe, de cavun, cerebrales) que impiden el paso del alimento.

La sonda nasogástrica es la técnica más usada en España. 
Es de fácil colocación, eso sí, siempre por parte de personal sanitario. 
Consiste en la introducción de una sonda fina a través de la nariz, hasta el estómago, sujeta después a la nariz con esparadrapo para evitar que se salga. 
La sonda nasogástrica mantiene el mecanismo del vaciado gástrico, permite el paso del alimento durante un tiempo y deja a la persona en libertad entre comida y comida. 
Los cuidados que debe realizar la familia o el paciente son los siguientes:

- Tapar el extremo de la sonda con un tapón (el propio de la sonda) cuando se haya terminado de pasar la alimentación. -
 Cambio del apósito de fijación de la nariz (esparadrapo de papel, no de tela, y no fijarlo en la frente o los pómulos, porque así se saldrá con facilidad, sino en la nariz) cada 24 horas o siempre que esté en mal estado para evitar que la sonda se salga y evitar así irritaciones o úlceras en la piel de esta parte del rostro.

- Limpieza de las fosas nasales y bordes del catéter diariamente, así como de la boca, con cepillo dental, o bien con gasas con oraldine o cualquier otro producto. - 
Movilizar la sonda cada 24 horas para cambiar el punto de apoyo y así evitar que se formen úlceras o heridas en la piel de la nariz. - 
Mantener la sonda limpia con la administración de 50 centímetros cúbicos de agua después de cada uso.

- Para dar el alimento, siempre en posición sentada y sin acostarse hasta después de una hora de haber acabado la nutrición para evitar de esta forma que pase el alimento del estómago al pulmón. 
Hay que conectar la sonda nasogástrica por su extremo a la bolsa colectora de nutrición enteral y graduar su paso según las indicaciones mostradas por el personal sanitario. 
Lo ideal es pasar alrededor de 500cc de alimentación en 1-2 horas y tres veces al día haciéndolas coincidir con las horas de desayuno, comida y cena. 
Después de cada alimentación, conviene pasar 100 cc de agua en cada toma.

- Para pasar los medicamentos, es recomendable triturarlos o diluirlos en agua. 
Se pasarán por la sonda nasogástrica utilizando una jeringa adecuada. 
Después se añadirán los 50 cc de agua para evitar que el medicamento se quede en las paredes de la sonda y la obstruya. 
No todos los medicamentos se pueden pulverizar, por lo que es conveniente que su médico le prescriba fármacos en forma de jarabe o que no pierdan sus propiedades cuando se trituren.

- Recuerde que cualquier duda sobre la nutrición enteral así como sobre los cuidados de la sonda urinaria debe resolvérsela su equipo médico y de enfermería de atención primaria.
La gastrostomía es una alternativa muy válida a la sonda nasogástrica y presenta una ventaja fundamental, que es la comodidad y el aspecto estético. 
La técnica de colocación más frecuente de la gastrostomía es la gastrostomía percutánea endoscópica, que se realiza con anestesia local y sedación ligera en una sala de endoscopias.
El endoscopio (tubo fino con luz que se mete por la nariz hasta el estómago) marca el punto donde se debe puncionar el estómago con aguja fina. 
Será por ese lugar por donde saldrá el tubito para introducir la comida. 
La gastrostomía presenta como ventajas frente a la sonda nasogástrica un menor riesgo de arrancarse la sonda, un menor riesgo de aspiración pulmonar y un menor número de complicaciones con una nutrición más completa y rápida. 
Sus cuidados son los mismos que los expuestos con anterioridad, con las siguientes peculiaridades:

- Es conveniente tapar la gastrostomía con un apósito para evitar que se enganche con la ropa o de forma voluntaria en caso de los pacientes con demencia, que se lo arrancan sin conocer su uso.

- Los bordes de la gastrostomía deben estar siempre secos y bien hidratados.

- Las recomendaciones anteriores en cuanto a paso de alimentos, líquidos y fármacos son las mismas que en la sonda nasogástrica.

- La gastrostomía suele presentar menos arrancamientos o extracciones que las sondas nasogástricas. 
Si esto ocurriera, no se alarme, no es nada grave y es fácil de solucionar. 
Avise a su médico con el fin de que ponga los recursos necesarios para volver a colocarle una nueva gastrostomía. 
Si no se lleva a cabo una nueva gastrostomía, el orificio se cerrará en 24-48 horas. 
Mientras se soluciona el problema, ponga un apósito (gasas) grueso (muchas gasas) para que absorba el contenido gástrico que sale por el orificio.

Aunque la gastrostomía parezca un remedio más agresivo que la sonda nasogástrica; sin embargo, es menos molesta, no es tan irritativa y le incomoda como tener un cuerpo extraño (una sonda) por la nariz las 24 horas del día.
 Por ello, muchos pacientes, sobre todo los pacientes con demencia, se arrancan la sonda nasogástrica una y otra vez, lo que obliga a tenerlos sujetos. 
En estos casos es cuando más indicada está la gastrostomía.
 Esta técnica no es dolorosa y el paciente no siente que tenga nada extraño que le moleste. 
Si el paciente con demencia se arranca la gastrostomía, es única y exclusivamente porque se encuentra con ello y, como le resulta curioso, tira de ello. 
Esto se puede evitar, como hemos comentado antes, con la sujeción por medio de un apósito por debajo de la ropa.

La gastrostomía presenta ventajas sobre la sonda nasogástrica, es más cómoda para la propia persona mayor, presentando un mejor aspecto que el estar con una sonda a través de la nariz

Fuente: http://mayores.consumer.es/documentos/mayores/atender_necesidades/alimentacion.php