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lunes, 8 de marzo de 2010

Sobre la importancia de decir que no

 Hitler pudo perder la guerra en el campo de batalla, pero terminó ganando algo –dice M. Halter–. Porque el hombre del siglo XX creó el campo de concentración y resucitó la tortura, mostrando a sus semejantes que es posible cerrar los ojos a las desgracias de los demás hombres.»

Tal vez tenga razón: hay niños abandonados, civiles masacrados, inocentes en las cárceles, ancianos solitarios, alcohólicos en el fango, locos en el poder.

Pero tal vez no tenga tanta razón: existen los guerreros de la luz, nunca toleran lo inaceptable. Las palabras más importantes en todas las lenguas son palabras pequeñas: ‘sí’, por ejemplo, ‘amor’, ‘Dios’. Son palabras que salen con facilidad y que llenan espacios vacíos de nuestro mundo.

No obstante, hay una palabra, también pequeña, que nos cuesta decir: ‘no’. Y nos sentimos generosos, comprensivos, educados. Porque el ‘no’ tiene fama de maldito, de egoísta, de poco espiritual.

Cuidado con esto. Hay momentos en los que, al decir ‘sí’ a los otros, uno se está diciendo ‘no’ a sí mismo.

Todos los grandes hombres y mujeres del mundo fueron personas que, en lugar de decir ‘sí’, dijeron un ‘NO’ rotundo a todo lo que no era acorde con un determinado ideal de bondad y crecimiento. Los guerreros de la luz se reconocen por la mirada. Están en el mundo, forman parte del mundo, y al mundo fueron enviados sin alforja y sin sandalias. Muchas veces son cobardes. No siempre actúan correctamente.

Los guerreros de la luz sufren por tonterías, se preocupan por cuestiones mezquinas, se consideran incapaces de crecer. Los guerreros de la luz, de vez en cuando, se creen indignos de cualquier bendición o milagro.

Los guerreros de la luz se preguntan con frecuencia qué están haciendo aquí. Muchas veces encuentran que su vida no tiene ningún sentido.

Por eso son guerreros de la luz. Porque se equivocan. Porque preguntan. Porque continúan buscando un sentido. Pero, sobre todo, porHitler pudo perder la guerra en el campo de batalla, pero terminó ganando algo –dice M. Halter–. Porque el hombre del siglo XX creó el campo de concentración y resucitó la tortura, mostrando a sus semejantes que es posible cerrar los ojos a las desgracias de los demás hombres.»

Tal vez tenga razón: hay niños abandonados, civiles masacrados, inocentes en las cárceles, ancianos solitarios, alcohólicos en el fango, locos en el poder.

Pero tal vez no tenga tanta razón: existen los guerreros de la luz, nunca toleran lo inaceptable. Las palabras más importantes en todas las lenguas son palabras pequeñas: ‘sí’, por ejemplo, ‘amor’, ‘Dios’. Son palabras que salen con facilidad y que llenan espacios vacíos de nuestro mundo.

No obstante, hay una palabra, también pequeña, que nos cuesta decir: ‘no’. Y nos sentimos generosos, comprensivos, educados. Porque el ‘no’ tiene fama de maldito, de egoísta, de poco espiritual.

Cuidado con esto. Hay momentos en los que, al decir ‘sí’ a los otros, uno se está diciendo ‘no’ a sí mismo.

Todos los grandes hombres y mujeres del mundo fueron personas que, en lugar de decir ‘sí’, dijeron un ‘NO’ rotundo a todo lo que no era acorde con un determinado ideal de bondad y crecimiento. Los guerreros de la luz se reconocen por la mirada. Están en el mundo, forman parte del mundo, y al mundo fueron enviados sin alforja y sin sandalias. Muchas veces son cobardes. No siempre actúan correctamente.

Los guerreros de la luz sufren por tonterías, se preocupan por cuestiones mezquinas, se consideran incapaces de crecer. Los guerreros de la luz, de vez en cuando, se creen indignos de cualquier bendición o milagro.

Los guerreros de la luz se preguntan con frecuencia qué están haciendo aquí. Muchas veces encuentran que su vida no tiene ningún sentido.

Por eso son guerreros de la luz. Porque se equivocan. Porque preguntan. Porque continúan buscando un sentido. Pero, sobre todo, porque son capaces de decir que no frente a lo que resulta inaceptable.

A menudo nos pueden tildar de intolerantes, pero es importante abrirse y luchar contra todo y contra todas las circunstancias si estamos frente a una injusticia o una crueldad. Nadie puede permitir que, a fin de cuentas, Hitler haya establecido un modelo que pueda reproducirse porque la gente sea incapaz de protestar.

Y para reforzar esta lucha, es bueno no olvidar las palabras de John Bunyan, autor del clásico Pilgrim´s Progress: «Aunque haya pasado por todo lo que he pasado, no me arrepiento de los problemas en los que me metí, porque fueron éstos justamente los que me trajeron adonde quería llegar. Ahora, ya cerca de la muerte, todo lo que tengo es esta espada, y se la cedo a todo aquel que quiera proseguir su peregrinaje».

«Llevo conmigo –prosigue– las marcas y cicatrices de los combates, que son testigos de lo que viví, y recompensas de lo que conquisté. Son estas queridas marcas y cicatrices las que van a abrirme las puertas del Paraíso.»

«Hubo una época en la que viví escuchando historias de bravura. Hubo una época –concluye– en la que viví apenas porque tenía que vivir. Pero ahora vivo porque soy un guerrero y porque quiero estar un día en la compañía de Aquel por quien tanto luché.»

En definitiva, las cicatrices son necesarias cuando luchamos contra el Mal Absoluto o cuando debemos decir que no a todos aquellos que, a veces con la mejor de las intenciones, intentan estorbar el camino que conduce a nuestros sueños.

Paulo Coelhoque son capaces de decir que no frente a lHitler pudo perder la guerra en el campo de batalla, pero terminó ganando algo –dice M. Halter–. Porque el hombre del siglo XX creó el campo de concentración y resucitó la tortura, mostrando a sus semejantes que es posible cerrar los ojos a las desgracias de los demás hombres.»

Tal vez tenga razón: hay niños abandonados, civiles masacrados, inocentes en las cárceles, ancianos solitarios, alcohólicos en el fango, locos en el poder.

Pero tal vez no tenga tanta razón: existen los guerreros de la luz, nunca toleran lo inaceptable. Las palabras más importantes en todas las lenguas son palabras pequeñas: ‘sí’, por ejemplo, ‘amor’, ‘Dios’. Son palabras que salen con facilidad y que llenan espacios vacíos de nuestro mundo.

No obstante, hay una palabra, también pequeña, que nos cuesta decir: ‘no’. Y nos sentimos generosos, comprensivos, educados. Porque el ‘no’ tiene fama de maldito, de egoísta, de poco espiritual.

Cuidado con esto. Hay momentos en los que, al decir ‘sí’ a los otros, uno se está diciendo ‘no’ a sí mismo.

Todos los grandes hombres y mujeres del mundo fueron personas que, en lugar de decir ‘sí’, dijeron un ‘NO’ rotundo a todo lo que no era acorde con un determinado ideal de bondad y crecimiento. Los guerreros de la luz se reconocen por la mirada. Están en el mundo, forman parte del mundo, y al mundo fueron enviados sin alforja y sin sandalias. Muchas veces son cobardes. No siempre actúan correctamente.

Los guerreros de la luz sufren por tonterías, se preocupan por cuestiones mezquinas, se consideran incapaces de crecer. Los guerreros de la luz, de vez en cuando, se creen indignos de cualquier bendición o milagro.

Los guerreros de la luz se preguntan con frecuencia qué están haciendo aquí. Muchas veces encuentran que su vida no tiene ningún sentido.

Por eso son guerreros de la luz. Porque se equivocan. Porque preguntan. Porque continúan buscando un sentido. Pero, sobre todo, porque son capaces de decir que no frente a lo que resulta inaceptable.

A menudo nos pueden tildar de intolerantes, pero es importante abrirse y luchar contra todo y contra todas las circunstancias si estamos frente a una injusticia o una crueldad. Nadie puede permitir que, a fin de cuentas, Hitler haya establecido un modelo que pueda reproducirse porque la gente sea incapaz de protestar.

Y para reforzar esta lucha, es bueno no olvidar las palabras de John Bunyan, autor del clásico Pilgrim´s Progress: «Aunque haya pasado por todo lo que he pasado, no me arrepiento de los problemas en los que me metí, porque fueron éstos justamente los que me trajeron adonde quería llegar. Ahora, ya cerca de la muerte, todo lo que tengo es esta espada, y se la cedo a todo aquel que quiera proseguir su peregrinaje».

«Llevo conmigo –prosigue– las marcas y cicatrices de los combates, que son testigos de lo que viví, y recompensas de lo que conquisté. Son estas queridas marcas y cicatrices las que van a abrirme las puertas del Paraíso.»

«Hubo una época en la que viví escuchando historias de bravura. Hubo una época –concluye– en la que viví apenas porque tenía que vivir. Pero ahora vivo porque soy un guerrero y porque quiero estar un día en la compañía de Aquel por quien tanto luché.»

En definitiva, las cicatrices son necesarias cuando luchamos contra el Mal Absoluto o cuando debemos decir que no a todos aquellos que, a veces con la mejor de las intenciones, intentan estorbar el camino que conduce a nuestros sueños.

Paulo Coelhoo que resulta inaceptable.

A menudo nos pueden tildar de intolerantes, pero es importante abrirse y luchar contra todo y contra todas las circunstancias si estamos frente a una injusticia o una crueldad. Nadie puede permitir que, a fin de cuentas, Hitler haya establecido un modelo que pueda reproducirse porque la gente sea incapaz de protestar.

Y para reforzar esta lucha, es bueno no olvidar las palabras de John Bunyan, autor del clásico Pilgrim´s Progress: «Aunque haya pasado por todo lo que he pasado, no me arrepiento de los problemas en los que me metí, porque fueron éstos justamente los que me trajeron adonde quería llegar. Ahora, ya cerca de la muerte, todo lo que tengo es esta espada, y se la cedo a todo aquel que quiera proseguir su peregrinaje».

«Llevo conmigo –prosigue– las marcas y cicatrices de los combates, que son testigos de lo que viví, y recompensas de lo que conquisté. Son estas queridas marcas y cicatrices las que van a abrirme las puertas del Paraíso.»

«Hubo una época en la que viví escuchando historias de bravura. Hubo una época –concluye– en la que viví apenas porque tenía que vivir. Pero ahora vivo porque soy un guerrero y porque quiero estar un día en la compañía de Aquel por quien tanto luché.»

En definitiva, las cicatrices son necesarias cuando luchamos contra el Mal Absoluto o cuando debemos decir que no a todos aquellos que, a veces con la mejor de las intenciones, intentan estorbar el camino que conduce a nuestros sueños.

Paulo Coelho

sábado, 6 de marzo de 2010

Maktub de Paulo Coelho

 Relato 1:»Un discípulo dice preocupado al maestro que no encuentra la luz. El maestro le mira y le pregunta que a que se dedica para vivir. 

El discípulo le responde que aún vive con sus padres y no necesita trabajar. El maestro le mira pensativo y le dice:-Mira el sol durante medio minuto. 

Después le preguntó que qué había visto, que cómo era el paisaje. 

¡A esto, el discípulo le respondió: ´- Maestro, el sol me ha cegado! Lo siento, no he podido ver nada.
El maestro le respondió: La persona que busca solo la luz, olvidando sus responsabilidades, acaba cegado por esta»

Relato 2:Un discípulo dice al maestro que está preocupado porque tiene malos pensamientos. 

El maestro le dice cuando van atravesando el bosque que si conoce el nombre de una planta que está junto a ellos.
El discípulo contesta que es la Belladona, si se come mata. 

Entonces el maestro le responde: Tú lo has dicho, si se come, ¿pero no mata si se admira, verdad? Pensar o desear… no daña, siempre que no se ejecute aquello que consideramos venenoso para los demás o para nosotros mismos.

Relato 3:» A un anciano, le preguntan que donde reside el amor. Él, mirando con una sonrisa, responde: Donde le dejen entrar.»

Relato4: Un día el discípulo le dice al maestro que no puede abrir una puerta, porque tenía escrito en su superficie que No es posible entrar.
El maestro le responde, abre. Al hacer eso, el discípulo deja de ver el rótulo, que queda a un lado cuando esta se abre y se asoma a una nueva senda por descubrir.

Relato5: un discípulo se acerca a un santo del lugar y le dice que busca la salvación. Le explica que ha vendido todo y que solo se ha quedado con lo necesario para sobrevivir. 

El santo le responde: Ve a la ciudad, y gasta todo el dinero que te has quedado en carne, la atas a tu cuerpo y vuelves atravesando el bosque.
El discípulo sin preguntar nada, hizo lo que se le encomendó y de regreso, fue atacado por perros y halcones hambrientos. Herido llegó hasta el santo que le dijo: 

-Aquellos que dan un nuevo paso y todavía pretenden mantener un poco de su antigua vida, acaban dilacerados por el propio pasado.

Frase destacada: «No fue el martillo el que dejó perfectas las formas suaves en las piedras del rio, sino el agua, con su dulzura, su danza, y su canción. 

Donde la dureza solo consigue destruir, la suavidad consigue esculpir.»

Reflexión: Hay que llorar como lloran los niños. Enseguida dejan de llorar cuando algo les distrae captando su atención hacia una nueva aventura. Eso te pasará a ti, pero si solo lloras con la inocencia con la que lo hace un niño.

Frase: «Morir es estar siempre quieto, si estás siempre en la misma posición … ¡No vives!»

Frase. «Solo el amor a lo que hacemos transforma la esclavitud en libertad.»

Frase: Una pareja pasea en Navidad por las calles viendo sus luces y escaparates. 

Él comienza a quejarse por algo que no había salido bien. Ella se para y comienza a mirar un árbol, él viendo su desinterés por la conversación se para y le dice: 

Bonito árbol de Navidad, ella le contesta: Sí, pero si te fijas entre las bombillas hay una que no luce. 

Creo que eso es lo que haces cuando solamente miras aquello que no salió bien, te incapacita para ver todos esos momentos que te han hecho brillar durante este año.

Frase: Os voy a decir lo que es un sabio «Es aquel que en vez de matar las pasiones intenta controlarlas.»

Frase: El miedo a equivocarnos es el que nos encierra en el camino de la mediocridad. 

Si conseguimos vencer este miedo, estamos dando un paso importante hacia nuestra libertad.

viernes, 5 de marzo de 2010

Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo, nada es vital para vivir

Feliz día …….

Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo, nada es vital para vivir porque: cuando usted vino a este mundo “legó” sin ese adhesivo, por lo tanto, es “costumbre” vivir pegado a él, y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy le duele dejar ir.

 Es un proceso de aprender a desprenderse y, humanamente, se puede lograr porque, le repito, nada ni nadie nos es indispensable. 

Solo es costumbre, apego, necesidad. 

Pero… cierre, clausure, limpie, tire, oxigene, despréndase, sacuda, suelte. Hay tantas palabras para significar salud mental y cualquiera que sea la que escoja, le ayudará definitivamente a seguir para adelante con tranquilidad. ¡Esa es la vida!

Paulo Coelho

jueves, 4 de marzo de 2010

LAS ETAPAS

LAS ETAPAS por Paulo Coelho


Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. 

Si insistes en permanecer en ella, más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto.

Cerrando círculos o cerrando puertas o cerrando capítulos. 

Como quiera llamarlo, lo importante es poder cerrarlos, dejar ir momentos de la vida que se van clausurando.

¿Terminó con su trabajo? 

¿Se acabó la relación? 

¿Ya no vive más en esa casa? 

¿Debe irse de viaje? ¿La amistad se acabó?

Puede pasarse mucho tiempo de su presente “revolcándose” en los porqués, en rebobinar el casette y tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho. El desgaste va a ser infinito

porque en la vida, usted, yo, su amigo, sus hijos, sus hermanas, todos y todas estamos abocados a ir cerrando capítulos, a pasar la hoja, a terminar con etapas, o con momentos de la vida y seguir adelante. No podemos estar en el presente añorando el pasado.

Ni siquiera preguntándonos por qué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltar, hay que desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros.

No. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Por eso a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, papeles por romper, documentos por tirar, libros por vender o regalar.

Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación. Dejar ir, soltar, desprenderse. En la vida nadie juega con las cartas marcadas, y hay que aprender a perder y a ganar.

Hay que dejar ir, hay que pasar la hoja, hay que vivir sólo lo que tenemos en el presente. 

El pasado ya pasó.

No esperen que le devuelvan, no espere que le reconozcan, no espere que alguna vez se den cuenta de quién es usted. Suelte el resentimiento, el prender “su televisor personal” para darle y darle al asunto, lo único que consigue es dañarlo mentalmente, envenenarlo, amargarlo.

La vida está para adelante, nunca para atrás.

Porque si usted anda por la vida dejando “puertas abiertas” por si acaso, nunca podrá desprenderse ni vivir lo de hoy con satisfacción. Noviazgos o amistades que no clausuran, posibilidades de “regresar” (¿a qué?), necesidad de aclaraciones, palabras que no se dijeron, silencios que lo invadieron todo ¡Si puede enfrentarlos ya y ahora, hágalo!, si no, déjelo ir, cierre capítulos. 

Dígase a usted mismo que no, que no vuelve. Pero no por orgullo ni soberbia, sino porque usted ya no encaja allí, en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa
casa, en ese escritorio, en ese oficio. Usted ya no es el mismo que se fue, hace dos días, hace tres meses, hace un año, por lo tanto, no hay nada a que volver. 

Cierre la puerta, pase la hoja, cierre el círculo. Ni usted será el mismo, ni el entorno al que regresa será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático. Es salud mental, amor por usted mismo desprender lo que ya no está en su vida. Recuerde que nada ni nadie es indispensable.

FUENTE: http://www.elmistico.com.ar/descarga/coelho/index.htm

miércoles, 3 de marzo de 2010

Cuento de Navidad Paulo Coelho

 From: paulocoelho@paulocoelho.com.br
Subject: Cuento de Navidad Paulo Coelho – Espanha
Date: Mon, 20 Dec 2010 12:42:31 -0200
To:

Río de Janeiro, 15 de diciembre de 2010

Estimado lector:
Como gesto de agradecimiento por el apoyo recibido a lo largo de 2010, y siendo fiel a la tradición de los años anteriores, quiero enviarte un cuento de Navidad que escribí para los periódicos de todo el mundo con los que colaboro.
Que el universo conspire para que se cumplan tus deseos en 2011.

El pino de St. Martin

Un día antes de Navidad, el cura del pequeño pueblo de St. Martin, en los Pirineos franceses, se preparaba para celebrar la misa, cuando empezó a sentir en el aire un perfume delicioso. Era invierno, y hacía mucho que las flores habían desaparecido, pero allí estaba ese aroma tan agradable, como si la primavera se estuviese adelantando.
Intrigado, salió de la iglesia para buscar el origen de semejante maravilla, y acabó encontrando a un muchacho sentado frente a la puerta de la escuela. Junto a él, había una especie de árbol de Navidad completamente dorado.
– Pero, ¡qué belleza de árbol! – dijo el párroco -. ¡Con ese aroma divino que desprende, parece que ha tocado el mismísimo cielo! ¡Y está hecho de oro puro! ¿Dónde lo conseguiste?
El joven no reaccionó con especial alegría a los comentarios del religioso.
– Es cierto que este árbol, como usted lo llama, cada vez ha ido pesando más mientras lo cargaba hasta aquí caminando, y que las hojas se han puesto duras. Pero eso no puede ser oro, y me da miedo pensar en lo que dirán mis padres cuando vean lo que les traigo.
El muchacho relató entonces su historia:
– Hoy por la mañana salí hacia la ciudad de Tarbes para comprar un árbol de Navidad con el dinero que mi madre me había dado. Pero ocurrió que, al cruzar un poblado, vi a una señora mayor, sola, sin familia con quien celebrar la gran fiesta de la Cristiandad, y le di un poco de dinero para la cena, confiado en que luego sabría arrancarle un descuento al vendedor de la floristería.
«Al llegar a Tarbes, pasé frente a la gran prisión, y había allí algunas personas esperando la hora de la visita. Estaban todos tristes, pues iban a pasar esa noche lejos de sus seres queridos. Escuché que algunas de estas personas comentaban que ni siquiera habían conseguido comprar un pedazo de tarta. En ese mismo momento, impulsado por ese romanticismo que tienen los de mi edad, decidí compartir mi dinero con esas personas que lo necesitaban más que yo. Apenas guardaría una mínima cantidad para el almuerzo. Como el florista es amigo de mi familia, seguro que me daría el árbol, a cambio de que yo trabajase para él durante la semana siguiente, pagando así mi deuda.
«Sin embargo, cuando llegué al mercado me enteré de que el florista que conocía no había ido a trabajar. Intenté por todos los medios que alguien me prestase dinero para comprar el árbol en otro lugar, pero fue imposible.
«Me dije a mí mismo que conseguiría pensar mejor con el estómago lleno, así que me dirigí a una fonda, pero se me cruzó un niño que parecía extranjero y me preguntó si podía darle alguna moneda, pues llevaba dos días sin comer. Imaginando que el niño Jesús alguna vez también debió pasar hambre, le entregué a este otro lo poco que me quedaba, y me volví para casa. En el camino de regreso, le rompí una rama a un pino, y luego intenté retocarla, como podándola, pero fue poniéndose así de dura, que parece de metal, y no se parece ni de lejos al árbol de Navidad que mi madre está esperando.
– Pequeño amigo – dijo el cura -, el perfume de este árbol tuyo no deja lugar a dudas: ha sido tocado por los Cielos. Déjame contarte lo que falta de tu historia:
«En cuanto te alejaste de aquella señora, ella inmediatamente pidió a la Virgen María, madre como ella, que te devolviese de alguna manera el favor recibido. Los familiares de los presos pensaron que se habían encontrado con un ángel, y rezaron agradeciéndoles a los ángeles las tartas que consiguieron comprar. Y el niño con el que te cruzaste, por su parte, le dio las gracias a Jesús por haber saciado su hambre.
«La Virgen, los ángeles, y el propio Jesús escucharon las peticiones de toda la gente a la que ayudaste. Cuando rompiste la rama del pino, la Virgen puso en ella el perfume de la misericordia. Mientras caminabas, los ángeles iban tocando sus hojas, transformándolas en oro. Por último, con todo ya concluido, Jesús examinó el trabajo, lo bendijo, y a partir de ahora, a quien toque este árbol de Navidad se le perdonarán los pecados y se le cumplirán los deseos.
Y así ocurrió. Cuenta la leyenda que el pino sagrado aún se encuentra en St. Martin; pero su poder es tal que su bendición alcanza a todos los que ayudan al prójimo en la víspera de la Navidad, por muy lejos que se encuentren de este pequeño pueblo de los Pirineos.

(inspirado en una historia jasídica)

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martes, 2 de marzo de 2010

Almas Gemelas según Paulo Coelho

 «… En ciertas reencarnaciones, nos dividimos.
Así como los cristales y las estrellas, así como las células y las plantas, también nuestras almas se dividen.
Nuestra alma se transforma en dos, estas nuevas almas se transforman en otras dos, y así en algunas generaciones,
estamos esparcidos por buena parte de la tierra.

Hacemos parte de lo que los alquimistas llaman el ANIMA MUNDI, el Alma del Mundo.
En verdad, si el ánima mundi se limitara a dividirse, estaría creciendo, pero también quedándose cada vez más débil.
Por eso, así como nos dividimos, también nos reencontramos.
Y ese reencuentro, se llama Amor.

Porque cuando un alma se divide, siempre se divide en una parte masculina y una femenina.
… En cada vida, tenemos una misteriosa obligación de reencontrar, por lo menos, una de esas Otras Partes…

…- ¿Cómo es posible reconocer a la Otra Parte? –

Es posible conocer a la Otra Parte por el brillo en los ojos: esa, es la tradición del sol; así, desde el inicio de los
tiempos, las personas reconocían a su verdadero amor.
Según la tradición de la luna, existe otro procedimiento: un tipo de visión que mostraba un punto
luminoso situado encima del hombro izquierdo de la Otra Parte.

Corriendo riesgos. Corriendo el riesgo del fracaso, de las decepciones, de las desilusiones, pero nunca dejando de buscar
el Amor.
Quien no desista de la búsqueda, vencerá.
…Somos responsables de reunir nuevamente, a la Otra Parte que se cruzará en nuestro camino.
Aunque sea por unos instantes, siquiera; porque esos
instantes traen un amor tan intenso que justifica el resto de nuestros días.
También podemos dejar que nuestra Otra Parte siga adelante,
sin aceptarla o siquiera percibirla.
Entonces necesitaremos más de una encarnación para
encontrarnos con ella.

Y, por causa de nuestro egoísmo, seremos condenados al peor
suplicio que hemos inventado para nosotros mismos:
¡La soledad!
PAULO COELHO

lunes, 1 de marzo de 2010

11 minute….Paulo Coelho

     Érase una vez, no era un pájaro. Él estaba adornado con dos alas perfectas y con brillantes, plumas de colores, maravillosa. En resumen, fue una criatura hecha a volar libremente por el cielo, trayendo alegría a todos los que lo vieron.

    Un día, una mujer lo vio de aves y se enamoró de él. Ella vio a su vuelo, su boca con asombro, con el corazón palpitante, con los ojos brillantes de emoción. Invitó a los pájaros para volar con ella, y los dos viajaron por el cielo en perfecta armonía. Ella admira y venera y se celebra ese pájaro.

    Pero entonces pensó: ¡Se puede visitar las montañas lejanas! 

Y tenía miedo, miedo de que ella nunca se sentiría de la misma manera acerca de cualquier otra ave. 

Y sintió envidia, envidia de la capacidad del ave para volar.

    Y ella se sentía sola.

    Y pensó: «Voy a poner una trampa. La próxima vez que el ave parece, nunca se irá de nuevo. »

    El pájaro, que también estaba enamorado, volvió al día siguiente, cayó en la trampa y fue puesto en una jaula.

    Ella miró al pájaro todos los días. Allí estaba él, el objeto de su pasión, y ella le mostró a sus amigos, quien dijo: «. Ahora tienes todo lo que pueda desear» Sin embargo, una extraña transformación comenzó a tener lugar: ahora que ella tenía el pájaro y no sea necesaria para atraer a él, comenzó a perder interés. 

El pájaro, incapaces de volar y expresar el verdadero significado de su vida, empezó a consumirse y sus plumas a perder su brillo; creció fea, y la mujer ya no le prestaba atención, excepto por la alimentación de él y la limpieza de su jaula.

    Un día, el pájaro murió. La mujer se sentía muy triste y pasaba todo el tiempo pensando en él. Pero no recordaba la jaula, que solo pensaba en el día en que ella lo había visto por primera vez, volando contento entre las nubes.

    Si hubiera mirado más profundamente en sí misma, se habría dado cuenta de que lo que le había emocionado con el pájaro era su libertad, la energía de sus alas en movimiento, no su cuerpo físico.

    Sin el pájaro, su vida también perdió sentido, y la muerte vino a llamar a su puerta. 

«¿Por qué has venido?», Preguntó la Muerte. 

«Para que puedas volar de nuevo con él en el cielo.» Respondió la Muerte. «Si usted le había permitido ir y venir, le hubiera gustado y lo admiraba aún más, por desgracia, ahora me necesitan a fin de encontrarlo de nuevo.»