Hija del infante Alfonso de Molina y de su tercera mujer, casa en 1281 con el segundo hijo de Alfonso X de Castilla, quien reinará con el nombre de Sancho IV.
El matrimonio no contará con el beneplácito del monarca ni con la dispensa papal, dados los lazos sanguíneos que unían a ambos cónyuges.
La muerte de Sancho IV en 1295 obligará a la reina a asumir la regencia durante la minoría de edad de su hijo Fernando IV, en medio de una situación política complicada.
A las luchas constantes con la nobleza castellana por el control del Reino se unen las difíciles relaciones internacionales con Aragón, Portugal y Francia, quienes tratan de aprovechar la situación de inestabilidad que atraviesa Castilla.
Durante su regencia, otorgará poder a los Concejos como elementos de contrapeso del poder nobiliario. En 1302, Fernando IV alcanza la mayoría de edad y asume las tareas de gobierno hasta su muerte, sucedida en 1312. El fallecimiento además de su esposa
Constanza un año más tarde obliga a María de Molina a retomar las labores de regencia, en representación de su nieto Alfonso XI.
Los problemas que deberá afrontar durante este nuevo período serán parecidos a la anterior regencia. Fallecerá en 1321, siendo todavía Alfonso menor de edad.
(www.artehistoria.com) María de Molina, reina de Castilla y León, en un cuadro del s. XIII que se conserva en el monasterio de Las Huelgas Reales, en Valladolid.
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