sábado, 4 de diciembre de 2010

‘Tu risa’, de Pablo Neruda

  Quítame el pan, si quieres,

    quítame el aire, pero
    no me quites tu risa.

 

    No me quites la rosa,
    la lanza que desgranas,
    el agua que de pronto
    estalla en tu alegría,
    la repentina ola
    de plata que te nace.

 

    Mi lucha es dura y vuelvo
    con los ojos cansados
    a veces de haber visto
    la tierra que no cambia,
    pero al entrar tu risa
    sube al cielo buscándome
    y abre para mí todas
    las puertas de la vida.

 

    Amor mío, en la hora
    más oscura desgrana
    tu risa, y si de pronto
    ves que mi sangre mancha
    las piedras de la calle,
    ríe, por que tu risa
    será para mis manos
    como una espada fresca.

 

    Junto al mar en otoño,
    tu risa debe alzar
    su cascada de espuma,
    y en primavera, amor,
    quiero tu risa como
    la flor que yo esperaba,
    la flor azul, la rosa
    de mi patria sonora.

 

    Ríete de la noche,
    del día, de la luna,
    ríete de las calles
    torcidas de la isla,
    ríete de este torpe
    muchacho que te quiere,
    pero cuando yo abro
    los ojos y los cierro,
    cuando mis pasos van,
    cuando vuelven mis pasos,
    niégame el pan, el aire,
    la luz, la primavera,
    pero tu risa nunca
    por que me moriría.

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