jueves, 25 de junio de 2009

Aprendamos a gozar de la vida sanamente.

A darle valor a esos pequeños momentos de paz, de placer, de dicha compartida...
Disfrutemos plenamente del amor, de la amistad, de la camaradería.

No dejemos pasar, como si fuera algo común, uno de
esos momentos que por continuados y repetidos nos parecen tontos.

¿ Por qué sólo hemos de dar importancia a lo malo y recordarlo siempre como
si no tuviéramos otros recuerdos?

Cada día está signado por un mensaje distinto. Hay días llenos de paz y de luz,
y otros sombríos y tristes.

La vida es una larga sucesión de eslabones así marcados para que
cada uno de los acontecimientos que vivimos o nos ocurren, tengan su dimensión verdadera.

Entonces no magnifiquemos los malos, no minimicemos los buenos.
Si hacemos un balance veremos que son más las cosas gratas
que no sabemos valorar, que las ingratas.

Una sonrisa, un amigo, un libro, una esperanza, un logro, aunque
pequeñitos, tienen un valor positivo, que si lo vemos con claridad, podrían
llegar a darnos la fortaleza que necesitamos para vencerlo todo.

La monotonía de las cosas repetidas a lo largo de los días hacen que no parezcan bellas.

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