martes, 3 de julio de 2012

Carnaval de José Antonio Ramos Sucre

 


Una mujer de facciones imperfectas y de gesto apacible obsede mi pensamiento.

    Un pintor septentrional la habría situado en el curso de una escena familiar,
para distraerse de su genio melancólico, asediado por figuras macabras.

    Yo había llegado a la sala de la fiesta en compañía de amigos turbulentos, resueltos a desvanecer la sombra de mi tedio.
Veníamos de un lance, donde ellos habían arriesgado la vida por mi causa.

    Los enemigos travestidos nos rodearon súbitamente, después de cortarnos las avenidas.
Admiramos el asalto bravo y obstinado, el puño firme de los espadachines.

    Multiplicaban, sin decir palabra, sus golpes mortales, evitando declararse por la voz.
Se alejaron, rotos y mohínos, dejando el reguero de su sangre en la nieve del suelo.

    Mis amigos, seducidos por el bullicio de la fiesta, me dejaron acostado sobre un diván.
Pretendieron alentar mis fuerzas por medio de una poción estimulante. Ingerí una bebida malsana,
un licor salobre y de verdes reflejos,
el sedimento mismo de un mar gemebundo, frecuentado por los albatros.

    Ellos se perdieron en el giro del baile.

    Yo divisaba la misma figura de este momento.
Sufría la pesadumbre del artista septentrional y notaba la presencia de la mujer de
facciones imperfectas y de gesto apacible en una tregua de la danza de los muertos.

1 comentario:



  1. Pasa un grato fin de semana…

    Envolviendo sentimientos
    en suaves telas de terciopelo
    para elevarlos al universo
    entre nubes de caramelo.

    Un beso al viento

    María del Carmen

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