Durante la era glacial, muchos animales morían
por causa del frío.
Los puercos espines, percibiendo esta situación,
acordaron vivir en grupos, así se daban abrigo
y se protegían mutuamente.
Pero las espinas de cada uno herían a los vecinos
más próximos, justamente a aquellos que le
brindaban calor. Y, por eso, se separaban unos de
otros.
Nuevamente, volvieron a sentir frío y tuvieron que
tomar una decisión: o desaparecían de la faz de
la tierra o aceptaban las espinas de sus vecinos.
Con sabiduría, decidieron volver y vivir juntos.
Aprendieron así a vivir con las pequeñas heridas
que una relación muy cercana les podía ocasionar,
porque lo que realmente era importante era el calor
del otro y…
Sobrevivieron.
La mejor relación no es aquella que une personas
perfectas, es aquella donde cada uno acepta los
defectos del otro y consigue perdón por los suyos
propios.
«Tengan todos un mismo sentir; compartan
las preocupaciones de los demás con amor
fraternal, sean compasivos y humildes.
No devuelvan mal por mal ni insulto por
insulto. Al contrario, bendigan, ya que ustedes
fueron llamados a bendecir y a alcanzar
por ese medio las bendiciones de dios».
Desconozco Autor
Mis Páginas
▼
No hay comentarios:
Publicar un comentario