la voz que calma mi caos y la luz que guía mis pasos.
Tu amor y tu presencia siempre será una parte
importante de mi vida, aunque físicamente no estés aquí.
Feliz Día de la Madre.
Por cada sacrificio, por cada desvelo,
por cada sonrisa que me diste en el duelo.
Madre, mil gracias nunca serán suficientes,
tu amor ha sido mi faro en lo más profundo de mi mente.
Te escribiría mil poemas, mamá,
pero ninguno alcanzaría
a capturar la esencia de tu alma,
con ese amor que todo lo guía.
Te escribiría mil versos, mamá,
pero ninguno sería suficiente
para agradecerte cada día
todo lo que me has dado.
En tu abrazo cabe el cielo,
y en tu voz, el consuelo de la paz.
Por ti soy quien soy, mamá querida,
y te amo más allá de la eternidad.
Te digo al llegar, madre,
que tú eres como el mar;
que aunque las olas
de tus años se cambien y te muden,
siempre es igual tu sitio
al paso de mi alma.
No es preciso medida
ni cálculo para el conocimiento
de ese cielo de tu alma;
el color, hora eterna,
la luz de tu poniente,
te señalan, ¡oh madre!, entre las olas,
conocida y eterna en su mudanza.
Juan Ramón Jiménez
Manos las de mi madre, tan acariciadoras,
tan de seda, tan de ella, blancas y bienhechoras.
¡Solo ellas son las santas, solo ellas son las que aman,
las que todo prodigan y nada me reclaman!
¡Las que por aliviarme de dudas y querellas,
me sacan las espinas y se las clavan en ellas!
Para el ardor ingrato de recónditas penas,
no hay como la frescura de esas dos azucenas.
¡Ellas cuando la vida deja mis flores mustias!
son dos milagros blancos apaciguando angustias!
Y cuando del destino me acosan las maldades,
son dos alas de paz sobre mis tempestades.
Ellas son las celestes; las milagrosas, ellas,
porque hacen que en mi sombra me florezcan estrellas.
Para el dolor, caricias; para el pesar, unción;
¡Son las únicas manos que tienen corazón!
(Rosal de rosas blancas de tersuras eternas:
aprended de blancuras en las manos maternas).
Yo que llevo en el alma las dudas escondidas,
cuando tengo las alas de la ilusión caídas,
¡Las manos maternales aquí en mi pecho son!
como dos alas quietas sobre mi corazón!
¡Las manos de mi madre saben borrar tristezas!
¡Las manos de mi madre perfuman con terneza!
Alfredo Espino
No es viejo aquel que pierde su cabello o su última muela, sino su última esperanza.
No es viejo, el que lleva en su corazón el amor siempre ardiente.
No es viejo, el que mantiene su fe en sí mismo, el que vive sanamente alegre, convencido
de que para el corazón puro no hay edad.
El cuerpo envejece, pero no la actividad creadora del espíritu.
Para el profano la ancianidad es invierno; para el sabio es la estación de la cosecha.
El crepúsculo de la vida trae consigo su propia lámpara.
Hay una primavera que no vuelve jamás y otra que es eterna; la primera
es la juventud del cuerpo, la segunda es la juventud del alma.
Cuando una noble vida ha preparado la vejez, no es la decadencia lo que está
recuerda: son los primeros destellos de la inmortalidad.
Es estupendo ver un viejo que asume la segunda parte de su vida con tanto
coraje e ilusión como la primera.
Para ello tendrá que empezar por aceptar que el sol del atardecer es tan importante
como el del amanecer y el mediodía, aunque su calor sea muy distinto.
El sol no se avergüenza de ponerse, no siente nostalgia de su brillo matutino,
no piensa que las horas del día lo están echando del cielo.
No se experimenta menos luminoso ni hermoso por comprobar que el ocaso
se aproxima, no cree que su resolana sobre los edificios sea menos importante
o necesaria.
Cada hora tiene su gozo.
El sol lo sabe y cumple hora a hora su tarea.
¡Ah... si todos los ancianos entendieran que su sonrisa sobre los hombres!
puede ser tan!
hermosa y fecunda como ese último rayo de sol antes de ponerse!
¡¡¡Muchas Felicidades a todos los Papás, a los Pepes y Pepitas.!!!
en especial a mi sobrino José
No las grandes verdades, yo te pregunto, que
No las contestarías; solamente investigo
Sí, cuando me gestaste, fue la luna testigo,
Por los oscuros patios en flor, paseándose.
Y sí, cuando en tu seno de fervores latinos
Yo escuchando dormía, un ronco mar sonoro
Te adormeció las noches, y miraste, en el oro
Del crepúsculo, hundirse los pájaros marinos.
Porque mi alma es toda fantástica, viajera,
Y la envuelve una nube de locura ligera
Cuando la luna nueva sube al cielo azulino.
Y gusta, si el mar abre sus fuertes feliz día ebeteros.
Arrullada en un claro cantar de marineros
Mirar las grandes aves que pasan sin destino.
Alfonsina Storni
Era una figura santa.
Era hecha de cristal:
frágil como violeta y que guardaba un rosal,
cuajado de flores blancas.
Es una imagen sagrada que adorna mi corazón,
y florece mi emoción.
Era un botón de mujer.
Violeta de vergel,
sembraba el hogar de rosas.
Cuál heroína ardorosa
esparció a todos su fe
y nos enseñó a creer.
Esta es mi madre bendita
a quien ofrezco caricias
y este sencillo cantar.
Nunca la podré olvidar
Porque me enseñó a aprender,
porque me enseñó a querer,
porque me enseñó a rezar
y también me enseñó a amar
Fue frágil como un cristal,
y fuerte como un coral.
Zacarías Palacios
Se fue de repente sin esperarlo, entro el domingo pasado por una anemia
y en menos de veinticuatro horas se fue…. ¡¡lo peor!!
Cuando te dicen a las pocas horas que ya todo está bien y
que le dan el alta al día siguiente, y nunca más salió….
Todo estaba bien, entro andando, el día había sido normal como siempre,
saco a su perro desayuno, almorzó, se sintió mareado y todo se acabó
Papá, quiero que sepas lo que siento, y que mire donde mire allí te encuentro.
Gracias Papa, por todo lo que has hecho por mí, tus horas de desvelos,
tus días sin consuelo…
Conseguiste tu propósito, soy una mujer que sabe valerse por sí sola, seguro que
te acuerdas de aquellos tiempos difíciles momentos, luchando para poder
sacarme adelante a pesar de lo que decían los médicos.
Jamás te falto el valor ni las esperanzas, jamás me faltó tu amor, en tus brazos nunca hubo miedo
pero si mucho dolor, por verme así, pero tú me levantabas cuando todo parecía que ya
no había esperanzas, siempre seguí tus consejos a pesar de mis lágrimas por el dolor.
Es por eso que gracias a ti y a mama he llegado muy lejos
¡Gracias! ¡Por vuestras recomendaciones, vuestros consejos, te quiero!
¡Y quiero que lo sepas!
Sé que siempre fui tu ojito derecho, gracias por tus caricias, tus besos,
me gustaba cuando me cogía la cara entre tus manos y la apretaba
para luego de mirarme sonriendo darme un beso.
Gracias por ayudarme a crecer
Por tratar de hacerme, ver (y entender)
Gracias lo mucho que te preocupabas por mí, gracias por existir
Gracias, pues has dejado una grande y bonita familia. Gracias a ti
Hay una frase que dice: el viento trae la nostalgia, y en mi alma
brota la tristeza, cuando pienso padre en tu ausencia
Te quiero
Conoció a su bisnieta
Entre tanta tristeza siempre hay un soplo de esperanza