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miércoles, 23 de abril de 2025

Clara Campoamor

 


 Clara Campoamor (1888 – 1972) fue una abogada, escritora y política española
cuya importancia histórica radica no solo en la defensa de los derechos de las mujeres
en general que ejerció, si no en su lucha por lograr el sufragio femenino
como base indispensable para una democracia plena.

Junto a Victoria Kent, fue una de las primeras diputadas españolas,
logrando su escaño en las elecciones de 1931, en la Segunda República.
Además de su defensa del voto femenino, también luchó
desde el Partido Radical por derechos como el aborto o el divorcio.
Fuentes: https://www.mundodeportivo.com/uncomo/educacion/articulo/las-mujeres-mas-importantes-en-la-historia-53247.html

 


 Si alguna vez te has preguntado por qué las mujeres en España tienen derecho al voto,
debes conocer a Clara Campoamor.
En un mundo donde las mujeres no tenían la oportunidad de alzar su voz en las urnas,
Clara se destacó como una defensora incansable de la igualdad de género y una pionera
en la conquista de los derechos fundamentales.
El hecho de conseguir que el sufragio femenino llegara a España la hizo pasar a formar
parte de las llamadas ‘sufragistas’, aquellas mujeres que lucharon por hacer realidad el voto femenino.

Su discurso en las Cortes de la Segunda República el 1 de octubre de 1931,
defendiendo el sufragio femenino, ha pasado a formar parte de la historia de España.
"No tendréis nunca bastante tiempo para llorar al dejar al margen de la República a la mujer",
dijo Campoamor al resto de diputados. Tras él, el resultado
de la votación por aprobar el reconocimiento del derecho al voto para las mujeres
fue de 161 votos a favor, 121 en contra y 188 abstenciones.

De esta forma, se aprobaba el sufragio femenino en la nueva
Constitución española de 1931. Al fin las mujeres pudieron ver reconocido su derecho al voto,
al igual que cualquier hombre en España.
Aquellas mayores de 23 años lo ejercieron por primera vez en las elecciones
generales de 1933. Se daba así un paso de gigante hacia la igualdad.


 Fuentes: https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/blog/historia/articulo/por-que-clara-campoamor-fue-tan-importante/

sábado, 4 de abril de 2009

Leonor Dávalos

 Leonor Dávalos: la mujer que ardió por bajar una falda

 


Esta trágica leyenda comienza con unas revueltas en el año 1367 protagonizadas por Juan Alonso Pérez de Guzmán, más conocido como el hijo del Guzmán el Bueno, que apoyó a Enrique de Trastámara frente al rey Pedro I el Cruel.

En estas revueltas fue apresada Doña Urraca Ossorio de Lara, esposa de Guzmán , por haber sido la principal instigadora contra la figura del rey y posteriormente fue condenada a muerte.

Esta ejecución tuvo lugar en la Laguna de Ferias o de la Cañavería, que era la actual Alameda de Hércules. Cuando comenzó la hoguera, el aire caliente de ésta hizo que la falda de Doña Urraca se levantara y mostrara todas sus intimidades.

El público empezó a mofarse de ver a la condenada tal como vino al mundo. Doña Leonor Dávalos, testigo de la ejecución, no podía soportar la imagen de ver a su protectora, así que ni corta ni perezosa, se acercó a la hoguera para taparle las intimidades y así muriera de forma digna.

Fuente: https://sevillasecreta.co/leonor-davalos/

 sepulcro de Urraca Osorio de Lara y de Leonor Dávalos (Monasterio de San Isidoro del Campo).

 

jueves, 5 de febrero de 2009

pronto mujeres importantes que cambiaron la historia de España

Rosalía de Castro (1837-1885)

Margarita Salas (1938 - 2019)

 Emilia Pardo Bazán (1851-1921)

 Clara Campoamor (1888-1972)

 Maruja Mallo (1902 - 1995)

 Concepción Arenal (1820-1893)

 Isabel I de Castilla, la Católica (1451 - 1504)

 Elena Maseras (1853-1905)

 Maria Zambrano (1904-1991)

 Catalina de Erauso (1592 - 1650)

 Carmen de Burgos, 'Colombine' (1867-1932)

 Mariana Pineda (1804 - 1831)

 María Luz Morales ( 1889 - 1980)

 María Cinta Balagué (1898 - 1985)

 Federica Montseny (1905–1994)

 JUANA LA LOCA (1479-1555). REINA DE CASTILLA


 

 

 

 

 

 

martes, 3 de febrero de 2009

María de Molina ( - 1321)



Hija del infante Alfonso de Molina y de su tercera mujer, casa en 1281 con el segundo hijo de Alfonso X de Castilla, quien reinará con el nombre de Sancho IV. 

El matrimonio no contará con el beneplácito del monarca ni con la dispensa papal, dados los lazos sanguíneos que unían a ambos cónyuges. 

La muerte de Sancho IV en 1295 obligará a la reina a asumir la regencia durante la minoría de edad de su hijo Fernando IV, en medio de una situación política complicada. 

A las luchas constantes con la nobleza castellana por el control del Reino se unen las difíciles relaciones internacionales con Aragón, Portugal y Francia, quienes tratan de aprovechar la situación de inestabilidad que atraviesa Castilla. 

Durante su regencia, otorgará poder a los Concejos como elementos de contrapeso del poder nobiliario. En 1302, Fernando IV alcanza la mayoría de edad y asume las tareas de gobierno hasta su muerte, sucedida en 1312. El fallecimiento además de su esposa 

Constanza un año más tarde obliga a María de Molina a retomar las labores de regencia, en representación de su nieto Alfonso XI. 

Los problemas que deberá afrontar durante este nuevo período serán parecidos a la anterior regencia. Fallecerá en 1321, siendo todavía Alfonso menor de edad.

(www.artehistoria.com) María de Molina, reina de Castilla y León, en un cuadro del s. XIII que se conserva en el monasterio de Las Huelgas Reales, en Valladolid.

lunes, 2 de febrero de 2009

Egeria (viajera) (Siglo IV): La primera peregrina



Es el nombre con el cual generalmente es conocida una piadosa dama que en los alrededores
del a. 400 peregrinó a los Santos Lugares, dejando un minucioso relato de su viaje, el Itinerarium.
En 1884 el erudito J. F. Gamurrini descubrió en la biblioteca de Santa María de Arezzo un manuscrito
proveniente de la abadía de Montecasino, el único conocido que haya conservado el texto del Itinerarium;
su estudio suscita una serie de problemas a los que en su mayor parte no se ha dado aún una solución plenamente satisfactoria.
El texto conservado se presenta mutilado. Faltan el comienzo y la última parte; además dentro del mismo texto se notan dos, la l7 unas.
El defecto de los primeros folios puede ser subsanado en parte por algunas indicaciones del Liber de locis sanctis de Pedro Diácono.
El manuscrito es del s. xl.
 
      Contenido del «Itinerarium».
El texto se divide en dos partes. La primera es el diario de viaje propiamente dicho.
Perdidas las primeras páginas del manuscrito, el relato conservado empieza en el momento en que la intrépida viajera,
después de haber visitado ya Jerusalén, Belén, Hebrón y Galilea, se dispone a subir a la cumbre de la montaña del Sinaí.
Visita luego el monte Horeb, y regresa a Jerusalén por la tierra de Gesén.
Pasado un tiempo va al monte Nebo, en Arabia, y peregrina asimismo por las tierras de Samaria.
 
De nuevo en Jerusalén, transcurridos ya tres años desde el día que emprendió su viaje, se decide a regresar a su patria.
Siguiendo la costa mediterránea se dirige hacia Tarso, con la intención de cruzar el Asia Menor en dirección de Constantinopla.
En Antioquía, sin embargo, sintiendo deseos de visitar Edesa demora su regreso adentrándose por tierras de Siria y de Mesopotamia.
Finalmente vuelve a Tarso, y por Galacia y Bitinia llega a Constantinopla. Viajera infatigable concibe entonces el deseo de visitar Éfeso.
En Constantinopla concluye el diario de viaje.
 
En la segunda parte se da una descripción de la liturgia tal como se celebraba en Jerusalén: el oficio diario, los oficios propios del domingo,
las celebraciones en el curso del año litúrgico, aportando una serie de detalles relativos a la semana santa y fiestas de Pascua.
 
Personalidad del autor del «Itinerarium». Se trata con toda evidencia de una mujer,
probablemente una monja, que escribe su diario de viaje
con la intención de informar de todo lo que ve a sus «hermanas señoras venerables»,
a sus «amigas de mi alma» que viven en comunidad en una parte de Occidente.
 
Se ha discutido mucho en torno de su personalidad.
Dejando aparte la primitiva identificación errónea de ella con una Silvia de Aquitania
(la primera edición del texto a cargo de Gamurrini llevaba por título Sanctae Silviae Aquitanae
 peregrinatio ad loca sancta) su mismo nombre ha sido objeto de controversia.

Dando por justificada su identificación con «la virgen consagrada a Dios en un monasterio» de que habla con elogio
el monje gallego Valerio, a mediados del s. vi[,  en una carta Ad fratres Bergidensis, a los monjes del Bierzo
(cfr. Flórez, XVI, 391-416; PL 87,439-456), la autora se llama Eteria, Egeria o Echeria; existen aún otras variantes.
A. Lambert ha avanzado una hipótesis según la cual se trataría de la hermana de Gala,
de quien habla S. Jerónimo (Epístola, 133,4,3) y se inclina a adoptar la forma de Egeria.
 
Por lo que se refiere a la patria de la peregrina ha habido también diversidad de pareceres.
La opinión más común es la que hace proceder a E. de un monasterio del noroeste de la península Ibérica.
Algunas expresiones del Itinerarium y de la carta de Valerio que apuntan a la región de donde E. es oriunda,
y algunos indicios que ofrece el latín usado por la peregrina llevan a creerlo.
 
Perteneció a un rango social elevado, por más que provinciano. Disponía indudablemente de bienes económicos considerables,
los que le permitirían realizar el viaje en las condiciones en que lo hizo.
Obispos, monjes y militares la acogen con honor y 1e dispensan fácilmente protección. Su cultura era superior a la vulgar.
El latín con el que se expresa no es el de la sociedad culta, pero no por ello carece de una cierta simplicidad y de cierto encanto.
 
El rasgo religioso es, en la personalidad de E., sobresaliente. Es verdad que su curiosidad, como ella misma confiesa, no tiene límites.
El deseo manifiesto que le impele a emprender su peregrinación es, sin embargo, de carácter religioso: es el de conocer y venerar los lugares s
antificados por Cristo, por los santos del A. T. y por los apóstoles y los mártires.
En los diversos santuarios que visita siente la necesidad de hacer una plegaria seguida luego por la lectura de
un fragmento de la S. E., recita asimismo un salmo y termina dándose de nuevo a la oración.
Considera que la realización de sus anhelos de peregrinar a los Santos Lugares constituye un don que Dios le ha otorgado inmerecidamente,
y siente por ello la necesidad ae la acción de gracias: «Nuestro Dios Jesús, escribe, que no abandona a aquellos que esperan en Él, se ha dignado
permitirme la realización de este deseo». La gracia de Dios le ha procurado «no solamente la voluntad de ir sino también la posibilidad de realizar lo que deseaba».
 
 A través de todo el relato se pone de manifiesto el carácter ingenuo, el candor y la credulidad de la viajera. Las narraciones de las Sagradas Escrituras
así como las leyendas que le cuentan las personas que encuentra por el camino y que le colman de bendiciones y de eulogias,
y los más mínimos detalles la maravillan y la llenan de entusiasmo.
Todo es para ella objeto de edificación.
Por más que no falten en sus memorias algunas observaciones críticas, acepta con gran facilidad que fue precisamente allí o fue allá, bajo este árbol o
junto a este pozo donde tuvieron lugar determinados episodios narrados por los libros santos.
Se deja asimismo seducir sin dificultad por tradiciones extrabíblicas, tal como la de la tumba de S. Tomás y la de la correspondencia habida entre Cristo y el rey Abgar de Edesa.
 
La autora del «Itinerarium» y la historia.
Se han insinuado ya algunas hipótesis propuestas para la identificación de la autora del Itinerarium con algún personaje conocido. Ninguna de ellas deja de ser discutible.
 
      Acerca de la época precisa en que E. realizó el viaje a Oriente, los eruditos aportan una serie de argumentos para
fijarla en los alrededores del 400. Para unos habría tenido lugar entre el 393 y 396, mientras que para otros lo fue más probablemente hacia el 415 6 417.
 
El Itinerarium de E., para concluir, constituye un documento de gran interés.
Es una fuente importantísima para el conocimiento de la liturgia tal como se desarrollaba en una época bastante oscura;
los pocos escritores de aquel momento dan indicaciones muy vagas y muy incompletas, E., en cambio, las da profusamente.
Tiene interés, asimismo, por el hecho de constituir una prueba de la antigüedad de la tradición relativa a muchos lugares bíblicos.
La filología encuentra también en la obra locuciones de la latinidad popular tardía.
El relato de E. tiene finalmente el valor de testimonio de primera mano de un sinnúmero de costumbres populares de la época, y de aspectos de su espiritualidad.
R. CIVIL DESVEUS.
Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991

domingo, 1 de febrero de 2009

Carmen Lafore





Novelista española. Nació en Barcelona el 6 de septiembre de 1921.Empezó a escribir a los 22 años En 1923 –a punto de cumplir dos años-, fue con sus padres a Canarias. Su padre era arquitecto y también profesor de la Escuela de Peritaje Industrial. Nuestro traslado a Canarias se debió a necesidades de este profesorado. En el año 1939 –exactamente en septiembre- volvo a Barcelona, donde vivió tres años. Después de este periodo vivió en Madrid ha frecuentado –sin terminar ninguna de las dos carreras comenzadas- las Universidades de Barcelona y Madrid. Ha leído mucho. La vida le ha interesado en todos sus momentos, tanto en los malos como en los buenos. Cuando vuelve la vista atrás, ve que todos esos años se han combinado para hacerle una persona capaz del difícil don de sentir la felicidad,
En 1945 con su primer libro, Nada, obtuvo el Premio Nadal en su primera convocatoria. Publicó después La isla y los demonios (1952) y La mujer nueva (1955). La insolación (1963) era el inicio de una proyectada trilogía sin continuación hasta ahora.
La publicación de Nada supuso uno de los hitos fundamentales de la reciente historia de la literatura española. Revitalizó la creación narrativa dentro del país, tras el trágico paréntesis de la Guerra Civil española, y el desconcierto que acompañó a la inmediata posguerra, al narrar la vida cotidiana de una adolescente en Barcelona.
Una vida rodeada de la sordidez sin remedio de una familia, en la que la violencia física y verbal eran moneda corriente, y de la tristeza de una ciudad gris que cubre todo con su sombra constante. A través de la amistad aparecerá un hilo de esperanza, una unión con lo que se adivina más allá de lo inmediato, en la que estará finalmente la salvación de Andrea, la protagonista.

Recibió también el Premio Fastenrath, de la Real Academia de la Lengua Española en 1948, y el conjunto de elogios que incluía artículos firmados por Juan Ramón Jiménez (de un poema suyo salían el título y la cita inicial de la obra), Ramón Sender,  Azorín, y críticos como Melchor Fernández Almagro, José María de Cossío o Pedro Laín Entralgo demuestran el impacto que dentro y fuera de nuestras fronteras tuvo la publicación de un libro que revolucionó el panorama literario de la posguerra española. Actualmente Nada está considerado como un clásico, se reedita de manera continua, es estudiada en los departamentos de español de todo el mundo, ha sido traducida a numerosos países y le ha asegurado a Carmen Laforet un puesto de honor en la historia de la narrativa española.
Cuando se habla de Carmen Laforet siempre se destacan tres cosas: es la autora de Nada, recibió el prestigioso premio Nadal e inmediatamente se hace alusión al silencio en el que culminó su carrera de escritora comparándola en algunos casos al escritor mexicano Juan Rulfo. Pero si bien es cierto que la escritora se retiró voluntariamente del mundo literario de la época, de sus envidias, enemistades y rencillas, y que se la puede considerar una escritora poco prolífica, publicó otras excelentes novelas: en 1952  apareció 

La isla y los demonios, que tiene como protagonista a una adolescente, Marta Camino, basándose en su propia experiencia juvenil en Las Palmas de Gran Canaria. La mujer nueva (1955) que ganó el Premio Menorca de Novela de 1955 y el Premio Nacional de Literatura de 1956, narra la aventura espiritual de la protagonista y su conversión al catolicismo. En 1963 publicó La insolación. Esta última novela formaba parte de una triología Tres pasos fuera del tiempo que no llegó a completarse. El segundo tomo Al volver la esquina, que ella no se había decidido a publicar, se editó póstumamente en el año 2004. Escribió además, siete novelas cortas, veintidós cuentos, narraciones de viaje e innumerables artículos para periódicos y revistas.
Carmen Laforet se casó en 1946 con el periodista y crítico literario Manuel Cerezales con el que tuvo cinco hijos. El matrimonio se separó en 1970.
En 2003 se publicó Puedo contar contigo, que contiene la relación epistolar entre Carmen Laforet y el escritor Ramón J. Sender, un total de 76 cartas en las que la escritora le cuenta sobre su vida familiar, los hijos, sus dificultades de ser y escribir como mujer, la inseguridad frente a su obra de la que se muestra muy crítica.

Su paulatino distanciamiento de la vida pública se aceleró debido a una enfermedad degenerativa que afectaba a la memoria y que la dejo sin habla en los últimos años de su vida.
En 2009 su hija, Cristina Cerezales publicó el libro Música Blanca en el que, en un diálogo sin palabras con su madre, emprende un recorrido por los senderos de la memoria en el que abundan detalles reveladores que permiten entender en profundidad su vida y su obra.
Carmen Laforet murió en Madrid el 28 de febrero de 2004. 

"Si uno es escritor, escribe siempre, aunque no quiera hacerlo, aunque trate de escapar a esa dudosa gloria y a ese sufrimiento real que se merece por seguir una vocación."

Carmen Laforet