sábado, 14 de marzo de 2015

Cuando los padres envejecen…

 Martes, 30 octubre, 2007

Querido hijo… querido nieto…

El día que me veas mayor y ya no sea yo, ten paciencia e intenta entenderme.

Cuando, comiendo, me ensucie; cuando no pueda vestirme: 

ten paciencia, recuerda las horas que pasé enseñándotelo.

Si cuando hablo contigo, repito las mismas cosas mil y una veces,
no me interrumpas y escúchame.

Cuando eras pequeño, a la hora de dormir, te tuve que explicar mil
y unas veces el mismo cuento hasta que te entraba el sueño.

No me avergüences cuando no quiera ducharme, ni me riñas;
recuerda cuando tenía que perseguirte y las mil excusas que inventaba para que quisieras bañarte.

Cuando veas mi ignorancia sobre las nuevas tecnologías, te pido que
me des el tiempo necesario y no me mires con tu sonrisa burlona.

Te enseñé a hacer tantas cosas… comer bien, vestirte… y como afrontar la vida;
muchas cosas son producto del esfuerzo y la perseverancia de los dos.

Cuando en algún momento pierda la memoria o el hilo de nuestra conversación,
dame el tiempo necesario para recordar; y si no puedo hacerlo, no te pongas nervioso,
seguramente lo más importante no era mi conversación y lo único que quería era estar contigo y que me escucharas.

Si alguna vez no quiero comer, no me obligues; conozco bien cuando lo necesito y cuando no.

Cuando mis piernas cansadas no me dejen caminar, dame tu mano amiga de la misma
manera en que yo lo hice cuando tú diste tus primeros pasos.

Y cuando algún día te diga que ya no quiero vivir, que quiero morir, no te enfades;
algún día entenderás que esto no tiene nada que ver contigo, ni con tu amor, ni con el mío.

Intenta entender que a mi edad ya no se vive, sino que se sobrevive.

Algún día descubrirás que, pese a mis errores, siempre quise lo mejor para ti
y que intenté preparar el camino que tú debías hacer.

No debes sentirte triste, enfadado o impotente por verme de esta manera.

Debes estar a mi lado; intenta comprenderme y ayúdame como yo lo hice cuando tú empezaste a vivir.

Ahora te toca a ti acompañarme en mi duro caminar.

Ayúdame a acabar mi camino, con amor y paciencia.

Yo te pagaré con una sonrisa y con el inmenso amor que siempre te he tenido.

Te quiero hijo.

Tu padre, tu madre, tus abuelos…

No hay comentarios:

Publicar un comentario