El estudio, la contemplación de la naturaleza es el natural alimento de la inteligencia y del corazón.
Nos eleva y hace cernernos en las regiones superiores: el mundo está a nuestros pies;
nuestro pensamiento, fijo en las cosas del cielo, nos inspira desdén por los miserables y frívolos intereses de aquí bajo.
El escudriñamiento, sólo el escudriñamiento de esas grandes y misteriosas verdades contiene un poderoso encanto.
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